Correlación con el Evangelio de San Mateo

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Esta sección recoge la correlación que existe entre los episodios del Evangelio de San Mateo, y sus equivalentes en la Obra de María Valtorta: «El Evangelio como me ha sido revelado». En la siguiente tabla se señala la ubicación de los diferentes episodios o pasajes del Evangelio de San Mateo tanto en los diez Volúmenes de la Obra (indicando Volumen, Capítulo y Página inicial), como en el Tema al que pertenecen, conforme a la composición temática propuesta para la lectura de esta Obra.

Índices Evangelio Mateo Episodios del Evangelio de San Mateo En los
Volúmenes
Obra MV
En los
Temas
1,1-17 Genealogía del Mesías
1,1-16

Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham: Abraham engendró a Isaac, Isaac a Jacob, Jacob a Judá y a sus hermanos; Judá engendró a Fares y a Zara en Tamar; Fares engendró a Esrom, Esrom a Aram, Aram a Aminadab, Aminadab a Naasón, Naasón a Salmón, Salmón a Booz en Rahab; Booz engendró a Obed en Rut; Obed engendró a Jesé, Jesé engendró al rey David, David a Salomón en la mujer de Urías; Salomón engendró a Roboam, Roboam a Abías, Abías a Asa, Asa a Josafat, Josafat a Joram, Joram a Ozías, Ozías a Joatam, Joatam a Ajaz, Ajaz a Ezequías, Ezequías a Manasés, Manasés a Amón, Amón a Josías, Josías a Jeconías y a sus hermanos en la época de la cautividad de Babilonia. Después de la cautividad de Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel a Zorobabel, Zorobabel a Abiud, Abiud a Eliacim, Eliacim a Azor, Azor a Sadoc, Sadoc a Aquim, Aquim a Eliud, Eliud a Eleazar, Eleazar a Matán, Matán a Jacob y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.

1,17-17

Son, pues, catorce las generaciones desde Abraham hasta David, catorce desde David hasta la cautividad de Babilonia y catorce desde la cautividad de Babilonia hasta Cristo.

1,18-24 Misterio de la concepción, revelado a José
1,18-18

La concepción de Jesucristo fue así: Estando desposada María, su madre, con José, antes de que conviviesen, se halló haber concebido María del Espíritu Santo.

1-16-79 “Jesús Niño”
1,19-21

José, su esposo, siendo justo, no quiso denunciarla y resolvió repudiarla en secreto. Mientras reflexionaba sobre esto, he aquí que se le apareció en sueños un ángel del Señor y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir en tu casa a María, tu esposa, pues lo concebido en ella es obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús, porque salvará a su pueblo de sus pecados.

1-26-129 “Jesús Niño”
1,22-23

Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que el Señor había anunciado por el profeta, que dice: «He aquí que una virgen concebirá y parirá un hijo, y se le pondrá por nombre «Emmanuel», que quiere decir «Dios con nosotros»». *

1,24-24

Al despertar José de su sueño hizo como el ángel del Señor le había mandado, recibiendo en casa a su esposa.

1-26-129 “Jesús Niño”
1,25-25 Nacimiento de Jesús
1,25-25

María, sin que José antes la conociese, dio a luz un hijo, y le puso por nombre Jesús.

1-29-142 “Jesús Niño”
2,1-12 Adoración de los magos de oriente
2,1-5

Nacido, pues, Jesús en Belén de Judá en los días del rey Herodes, llegaron del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque hemos visto su estrella al oriente y venimos a adorarle. Al oír esto, el rey Herodes se turbó, y con él toda Jerusalén, y reuniendo a todos los jefes de los sacerdotes y a buying methandienone online in australia los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Mesías. Ellos contestaron: En Belén de Judá.

1-34-172 “Jesús Niño”
2,6-6

Pues así está escrito por el profeta: «Y tú, Belén, tierra de Judá, de ninguna manera eres la menor entre los clanes de Judá, pues de ti saldrá un caudillo, que apacentará a mi pueblo Israel». *

2,7-11

Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, les interrogó cuidadosamente sobre el tiempo de la aparición de la estrella; y, enviándolos a Belén, les dijo: Id e informaos exactamente sobre ese niño, y, cuando le halléis, comunicádmelo, para que vaya también yo a adorarle. Después de haber oído al rey, se fueron, y la estrella que habían visto en oriente les precedía, hasta que vino a pararse encima del lugar donde estaba el niño. Al ver la estrella sintieron grandísimo gozo, y, llegando a la casa, vieron al niño con María, su madre, y de hinojos le adoraron, y, abriendo sus cofres, le ofrecieron como dones oro, incienso y mirra.

1-34-172 “Jesús Niño”
2,12-12

Advertidos en sueños de no volver a Herodes, se tornaron a su tierra por otro camino.

2,13-15 Huída a Egipto
2,13-14

Partido que hubieron, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto, y estate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo». Levantándose de noche, tomó al niño y a la madre y se retiró hacia Egipto.

1-35-184 “Jesús Niño”
2,15-15

Permaneciendo allí hasta la muerte de Herodes, a fin de que se cumpliera lo que había pronunciado el Señor por su profeta, diciendo: «De Egipto llamé a mi hijo». *

1-36-193
“Jesús Niño”
2,16-18 Matanza de los niños inocentes
2,16-18

Entonces Herodes, viéndose burlado por los magos, se irritó sobremanera y mandó matar a todos los niños que había en Belén y en sus términos de dos años para abajo, según el tiempo que con diligencia había inquirido de los magos. Entonces se cumplió la palabra del profeta Jeremías, que dice: «Una voz se oye en Rama, lamentación y gemido grande; es Raquel, que llora a sus hijos y rehúsa ser consolada, porque no existen». *

(1-73-384)
(1-74-394)
(2-119-235)
(“Jesús Niño”)
(“Jesús Niño”)
(“Jesús Niño”)
2,19-23 Vuelta a Nazaret desde Egipto. «Nazareno»
2,19-23

Muerto ya Herodes, el ángel del Señor se apareció en sueños a José en Egipto y le dijo: Levántate, toma al niño y a su madre y vete a la tierra de Israel, porque son muertos los que atentaban contra la vida del niño. Levantándose, tomó al niño y a la madre y partió para la tierra de Israel. Mas habiendo oído que en Judea reinaba Arquelao en lugar de su padre Herodes, temió ir allá, y, advertido en sueños, se retiró a la región de Galilea, yendo a habitar en una ciudad llamada Nazaret, para que se cumpliese lo dicho por los profetas, que sería llamado Nazareno.

3,1-12 Juan el Bautista anuncia la venida de Jesús
3,1-3

En aquellos días se presentó Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea, diciendo: Arrepentíos, porque el Reino de los cielos está cerca. Éste es aquel de quien habló el profeta Isaías cuando dijo: «Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, haced rectas sus sendas» . *

1-45-247
1-45-247
“Elecc. Apost.” “Iglesia”
3,4-6

Juan iba vestido de pelo de camello, llevaba un cinturón de cuero a la cintura y se alimentaba de langostas y miel silvestre. Salían entonces hacia él Jerusalén y Judea en pleno y toda la región del Jordán, y eran por él bautizados en el río Jordán y confesaban sus pecados.

1-45-247
1-45-247
“Elecc. Apost.”
“Iglesia”
3,7-12

Como viera a muchos fariseos y saduceos venir a su bautismo, les dijo: Raza de víboras, ¿quién os enseñó a huir de la ira que está a punto de llegar? Haced frutos dignos de penitencia y no os gloriéis diciéndoos: Tenemos a Abraham por padre. Porque yo os digo que Dios puede hacer surgir de estas piedras hijos a Abraham. Ya está puesta el hacha a la raíz de los árboles, y todo árbol que no dé buen fruto será cortado y arrojado al fuego. Yo, cierto, os bautizo en agua con vistas a la penitencia; pero en pos de mí viene otro más fuerte que yo, cuyas sandalias no soy digno de llevar; Él os bautizará en el Espíritu Santo y en fuego. Tiene ya el bieldo en su mano, y limpiará su era y recogerá su trigo en el granero, pero quemará la paja en fuego inextinguible.

1-45-247
1-45-247
“Elecc. Apost.”
“Iglesia”
3,13-17 Bautismo de Jesús en el Jordán. Paloma y voz
3,13-15

Vino Jesús de Galilea al Jordán y se presentó a Juan para ser bautizado por él. Juan se oponía, diciendo: Soy yo quien debe ser por ti bautizado, ¿y vienes tú a mí? Pero Jesús le respondió: Déjame hacer ahora, pues conviene que cumplamos toda justicia. Entonces Juan se lo permitió.

1-45-247
1-45-247
“Elecc. Apost.” “Iglesia”
3,16-17

Bautizado Jesús, salió luego del agua; y he aquí que se abrieron los cielos, y vio al Espíritu de Dios descender como paloma y venir sobre él, mientras una voz del cielo decía: «Éste es mi Hijo amado, en quien tengo mis complacencias».

1-45-247
1-45-247
“Elecc. Apost.”
“Iglesia”
4,1-2 Jesús ayuna en el desierto
4,1-2

Entonces fue llevado Jesús por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Y, habiendo ayunado cuarenta días y cuarenta noches, al fin tuvo hambre.

1-46-252 “Demonio/Inf.”
4,3-11 Jesús es tentado en el desierto
4,3-11

Y, acercándose el tentador, le dijo: Si eres hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. Pero él respondió diciendo: Escrito está: «No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios». * Entonces le llevó el diablo a la ciudad santa, y poniéndole sobre el pináculo del templo, le dijo: Si eres hijo de Dios, échate de aquí abajo, pues escrito está: «A sus ángeles encargará que te tomen en sus manos para que no tropiece tu pie contra una piedra». * Díjole Jesús: También está escrito: «No tentarás al Señor tu Dios». * De nuevo le llevó el diablo a un monte muy alto, y mostrándole todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, le dijo: Todo esto te daré si de hinojos me adorares. Dijole entonces Jesús: Apártate, Satanás, porque escrito está: «Al Señor tu Dios adorarás y a Él solo darás culto». * Entonces el diablo le dejó, y llegaron ángeles y le servían.

1-46-252 “Demonio/Inf.”
4,12-16 Jesús en Galilea, fue a vivir a Cafarnaúm
4,12-13

Habiendo oído que Juan había sido preso, se retiró a Galilea. Dejando a Nazaret, se fue a morar en Cafarnaúm, ciudad situada a orillas del mar, en los términos de Zabulón y Neftalí.

1-47-258
1-47-258
“Elecc. Apost.”
“Iglesia”
4,14-16

Para que se cumpliese lo que anunció el profeta Isaías, que dice: «¡Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles! El pueblo que habita en tinieblas vio una gran luz y para los que habitan en la región de mortales sombras una luz se levantó». *

4,17-17 Comienzo de la predicación de Jesús
4,17-17

Desde entonces comenzó Jesús a predicar y a decir: Arrepentíos, porque se acerca el Reino de los cielos.

1-49-269 “Salv./Cond.”
4,18-22 Llamamiento a sus cuatro primeros discípulos
4,18-20

Caminando, pues, junto al mar de Galilea vio a dos hermanos: Simón, que se llama Pedro, y Andrés, su hermano, los cuales echaban la red en el mar, pues eran pescadores; y les dijo: Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres. Ellos dejaron al instante las redes y le siguieron.

1-49-266
1-49-266


1-65-352
1-65-352

“Elecc. Apost.”
“Iglesia”


“Elecc. Apost.”
“Iglesia”

4,21-22

Pasando más adelante, vio a otros dos hermanos: Santiago el de Zebedeo y Juan, su hermano, que en la barca, con Zebedeo, su padre, componían las redes, y los llamó. Ellos, dejando luego la barca y a su padre, le siguieron.

1-47-258
1-47-258


1-65-352
1-65-352

“Elecc. Apost.
“Iglesia”


“Elecc. Apost.”
“Iglesia”

4,23-25 Jesús se prodiga en milagros.- Después de la elección apostólica
4,23-25

Recorría toda la Galilea, enseñando en las sinagogas, predicando el evangelio del Reino y curando en el pueblo toda enfermedad y toda dolencia. Extendióse su fama por toda la Siria, y le traían a todos los que padecían algún mal: a los atacados de diferentes enfermedades y dolores y a los endemoniados, lunáticos, paralíticos, y los curaba. Grandes muchedumbres le seguían de Galilea y de la Decápolis, y de Jerusalén y de Judea, y del otro lado del Jordán.

3-166-30 “Sacerdotes”
5,1-12 Las Bienaventuranzas
5,1-12 1 Viendo a la muchedumbre, subió a un monte, y cuando se hubo sentado, se le acercaron los discípulos, 2 y abriendo Él su boca, les enseñaba, diciendo: 3 Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos. 4 Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra. 5 Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. 6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán hartos. 7 Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. 8 Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. 9 Bienaventurados los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos de Dios. 10 Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia, porque suyo es el Reino de los cielos. 11 Bienaventurados seréis cuando os insulten y persigan y con mentira digan contra vosotros todo género de mal por mí. 12 Alegraos y regocijaos, porque grande será en los cielos vuestra recompensa, pues así persiguieron a los profetas que hubo antes de vosotros. 3-170-67 “Dios/Reino”
5,13-16 Misión de los discípulos en la tierra: Sal y luz
5,13-16

Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Para nada aprovecha ya, sino para tirarla y que la pisen los hombres. Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse ciudad asentada sobre un monte, ni se enciende una lámpara y se la pone bajo el celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a cuantos hay en la casa. Así ha de lucir vuestra luz ante los hombres, para que, viendo vuestras buenas obras, glorifiquen a vuestro Padre, que está en los cielos.

3-169-61 “Sacerdotes”
5,17-48 La Ley y los Profetas. Consejos evangélicos
5,17-18

No penséis que he venido a abolir la Ley o los Profetas sino a llevarla a su perfección. Porque en verdad os digo que mientras no pasen el cielo y la tierra, ni una jota, ni una tilde pasará (desapercibida) de la Ley, hasta que todo se cumpla.

3-171-77 “Dios/Reino”
5,19-20

Si, pues, alguno descuidase uno de esos preceptos menores y enseñare así a los hombres, será tenido por el menor en el Reino de los cielos; pero el que practicare y enseñare, éste será tenido por grande en el Reino de los cielos. Porque os digo que, si vuestra justicia no supera a la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los cielos.

3-171-77 “Dios/Reino”

Declaración del 5º precepto

5,21-26

Habéis oído que se dijo a los antiguos: No matarás; el que matare será reo de juicio. * Pero yo os digo que todo el que se irrita contra su hermano será reo de juicio; el que le dijere «raca» será reo ante el sanedrín y el que le dijere «loco» será reo de la gehena del fuego. Si vas, pues, a presentar una ofrenda ante el altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar, ve primero a reconciliarte con tu hermano y luego vuelve a presentar tu ofrenda. Muéstrate conciliador con tu adversario mientras vas con él por el camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y seas puesto en prisión. Que en verdad te digo que no saldrás de allí hasta que pagues el último centavo.

3-171-77 “Dios/Reino”

Declaración del 6º precepto

5,27-30

Habéis oído que fue dicho: No cometerás adulterio. * Pero yo os digo que todo el que mira a una mujer deseándola, ya adulteró con ella en su corazón. Si, pues, tu ojo derecho te escandaliza, sácatelo y arrójalo de ti, porque mejor te es que perezca uno de tus miembros que no que todo tu cuerpo sea arrojado a la gehena. Y si tu mano derecha te escandaliza, córtatela y arrójala de ti, porque mejor te es que uno de tus miembros perezca que no que todo el cuerpo sea arrojado a la gehena.

3-174-116 “Familia/Matr.”
5,31-32

También se ha dicho: El que repudiare a su mujer dele libelo de repudio.* Pero yo os digo que quien repudia a su mujer –excepto el caso de fornicación– la expone al adulterio, y el que se casa con la repudiada comete adulterio.

3-174-116 “Familia/Matr.”

Declaración del 2º precepto

5,33-37

También habéis oído que se dijo a los antiguos: No jurarás en falso, antes cumplirás al Señor tus juramentos. * Pero yo os digo que no juréis de ninguna manera: ni por el cielo, pues es el trono de Dios; ni por la tierra, pues es el escabel de sus pies; * ni por Jerusalén, pues es la ciudad del gran Rey. Ni por tu cabeza jures tampoco, porque no puedes hacer blanco o negro ni uno de tus cabellos. Sea vuestra palabra: «sí» cuando es sí; y «no», cuando es no; todo lo que se añade, procede del mal.

3-172-83 “Dios/Reino”

Declaración de la ley del Talión

5,38-42

Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. * Pero yo os digo: No me hagáis frente al malvado; al contrario, si alguno te abofetea en la mejilla derecha, vuélvele también la otra, y al que quiera litigar contigo para quitarte la túnica, déjale también el manto, y si alguno te obliga a llevar la carga para una milla, llévasela el doble más lejos. Da a quien te pida y no le vuelvas la espalda a quien desea de ti algo prestado.

3-171-77 “Dios/Reino”

Declaración del amor a los enemigos

5,43-48

Habéis oído que fue dicho: Amarás a tu prójimo * y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre, que está en los cielos, que hace salir el sol sobre malos y buenos y llueve sobre justos e injustos. Pues si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen esto también los publicanos? Y si saludáis solamente a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen eso también los gentiles? Sed, pues, perfectos, como perfecto es vuestro Padre celestial.

3-171-77 “Dios/Reino”
6,1-4 Rectitud de intención: Hacer el bien sin decirlo
6,1-4

Estad atentos a no hacer vuestra justicia delante de los hombres para que os vean; de otra manera no tendréis recompensa ante vuestro Padre, que está en los cielos. Cuando hagas, pues, limosna, no vayas tocando la trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados de los hombres; en verdad os digo que ya recibieron su recompensa. Cuando des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace la derecha, para que tu limosna sea oculta, y el Padre, que ve lo oculto, te premiará.

3-173-93 “Riqueza/Pobr.”
6,5-8 Sinceridad en la oración
6,5-8

Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan de orar en pie en las sinagogas y en los ángulos de las plazas para ser vistos de los hombres; en verdad os digo que ya recibieron su recompensa. Tú, cuando ores, entra en tu cámara y, cerrada la puerta, ora a tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará. Y orando, no seáis habladores, como los gentiles, que piensan ser escuchados por su mucho hablar. No os asemejéis, pues, a ellos, porque vuestro Padre conoce las cosas de que tenéis necesidad antes que se las pidáis.

3-172-86 “Oración”
6,9-13 El Padrenuestro
6,9-13

Así, pues, habéis de orar: Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre; venga tu Reino, hágase tu voluntad, como en el cielo, así en la tierra. El pan nuestro de cada día dánosle hoy, y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores, y no nos pongas en tentación, mas líbranos del mal.

3-203-279 “Oración”
6,14-15 Perdonar para ser perdonados.- Jesús acusado de hacer caridad para ser visto
6,14-15

Porque si vosotros perdonáis a otros sus faltas, también os perdonará a vosotros vuestro Padre celestial. Pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras faltas.

3-203-279
3-173-93
“Oración”
“Riqueza/Pobr.”
6,16-18 Modo de ayunar.- Lo dicho para la oración sirve para el ayuno
6,16-18

Cuando ayunéis no aparezcáis tristes, como los hipócritas, que demudan su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo, ya recibieron su recompensa. Tú, cuando ayunes, úngete la cabeza y lava tu cara para que no vean los hombres que ayunas, sino tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

3-172-86 “Oración”
6,19-24 De la solicitud de las cosas temporales
6,19-21

No amontonéis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín los corroen y donde los ladrones asaltan y roban. Atesorad tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín los corroen y donde los ladrones no asaltan ni roban. Donde está tu tesoro, allí estará tu corazón.

3-173-93 “Riqueza/Pobr.”
6,22-23

La lámpara del cuerpo es el ojo. Si, pues, tu ojo estuviere sano, todo tu cuerpo estará luminoso; pero si tu ojo estuviere enfermo, todo tu cuerpo será tenebroso. Y si la luz que hay en ti es tinieblas, ¡en qué tinieblas andarás!

3-174-108 “Pur./Cast.”
6,24-24

Nadie puede servir a dos señores, pues o bien, aborreciendo al uno, amará al otro, o bien, adhiriéndose al uno, menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.

3-174-108 “Pur./Cast.”
6,25-34 Abandono en las manos de la Providencia
6,25-30

Por eso os digo: No os inquietéis por vuestra vida, por lo que habéis de comer o de beber, ni por vuestro cuerpo, por lo que habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad cómo las aves del cielo no siembran, ni siegan, ni guardan en graneros, y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas? ¿Quién de vosotros con sus preocupaciones puede añadir a su estatura un solo codo? Y del vestido, ¿por qué preocuparos? Aprended de los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan ni hilan. Pues yo os digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de ellos. Pues si a la hierba del campo, que hoy es y mañana es arrojada al fuego, Dios así la viste, ¿no hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe?

3-173-93 “Riqueza/Pobr.”
6,31-34

No os preocupéis, por tanto, diciendo: ¿Qué comeremos, qué beberemos o qué vestiremos? Los gentiles se afanan por todo eso; pero bien sabe vuestro Padre celestial que de todo eso tenéis necesidad. Buscad, pues, primero el Reino y su justicia, y todo eso se os dará por añadidura. No os inquietéis, pues, por el mañana; porque el día de mañana ya tendrá sus propias inquietudes; bástale a cada día su afán.

3-173-93 “Riqueza/Pobr.”
7,1-6 El juicio sobre los otros
7,1-5

No juzguéis y no seréis juzgados, porque con el juicio con que juzgareis seréis juzgados y con la medida con que midiereis se os medirá. ¿Cómo ves la paja en el ojo de tu hermano y no ves la viga en el tuyo? ¿O cómo osas decir a tu hermano: Deja que te quite la paja del ojo, teniendo tú una viga en el tuyo? Hipócrita: quita primero la viga de tu ojo, y entonces verás de quitar la paja del ojo de tu hermano.

3-174-118 “Amor”
7,6-6

No deis las cosas santas a perros ni arrojéis vuestras perlas a puercos, no sea que las pisoteen con sus pies y revolviéndose os destrocen.

3-174-118
3-174-118
“Amor”
“Palabra de D.”
7,7-11 Eficacia de la oración
7,7-11

Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque quien pide recibe, quien busca halla y a quien llama se le abre. Pues ¿quién de vosotros es el que, si su hijo le pide pan, le da una piedra, o, si le pide un pez, le da una serpiente? Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre, que está en los cielos, dará cosas buenas a quien se las pide!

3-172-86 “Oración”
7,12-12 La ley de la caridad
7,12-12

Por eso, cuanto quisiereis que os hagan a vosotros los hombres, hacédselo vosotros a ellos, porque ésta es la Ley y los Profetas.

3-171-77 “Dios/Reino”
7,13-14 Las dos puertas: La estrecha y la ancha
7,13-14

Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y espaciosa la senda que lleva a la perdición, y son muchos los que por ella entran. ¡Qué estrecha es la puerta y qué angosta la senda que lleva a la Vida! ¡Cuán pocos los que dan con ella!

5-363-434 “Salv./Cond.”
7,15-20 Falsos profetas: El árbol se conoce por sus frutos
7,15-20

Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestiduras de ovejas, mas por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Por ventura se recogen racimos de los espinos o higos de los abrojos? Todo árbol bueno da buenos frutos, y todo árbol malo da frutos malos. No puede árbol bueno dar malos frutos, ni árbol malo frutos buenos. El árbol que no da buenos frutos es cortado y arrojado al fuego. Por los frutos, pues, los conoceréis.

3-171-77 “Dios/Reino”
7,21-29 La verdadera sabiduría para entrar al Reino
7,21-23

No todo el que dice: ¡Señor, Señor!, entrará en el Reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre, que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: ¡Señor, Señor!, ¿no profetizamos en tu nombre, y en nombre tuyo arrojamos los demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Yo entonces les diré: Nunca os conocí; apartaos de mí, obradores de iniquidad.

3-176-127 “Palabra de D.”
7,24-27

Aquel, pues, que escucha mis palabras y las pone por obra, será el varón prudente, que edifica su casa sobre roca. Cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y dieron sobre la casa; pero no cayó, porque estaba fundada sobre roca. Pero el que me escucha estas palabras y no las pone por obra, será semejante al necio, que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y dieron sobre la casa, que se derrumbó estrepitosamente.

3-174-118 “Palabra de D.”
7,28-29

Cuando Jesús acabó estos discursos, las gentes se maravillaban de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene poder, no como los doctores.

3-174-118 “Palabra de D.”
8,1-4 Curación de un leproso
8,1-4

Al bajar del monte, le siguió una gran muchedumbre, y acercándosele un leproso, se postró ante Él, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. Él, extendiendo la mano, le tocó y dijo: Quiero, sé limpio. Y al instante quedó limpio de su lepra. Jesús le advirtió: Mira, no lo digas a nadie, sino ve a mostrarte al sacerdote y ofrece la ofrenda que Moisés mandó, para que les sirva de testimonio.

3-175-120 “Fe”
8,5-13 La fe del centurión de Cafarnaúm
8,5-9

Entrando en Cafarnaúm, se le acercó un centurión, suplicándole y diciéndole: Señor, mi siervo yace en casa paralítico, atrozmente atormentado. Él le dijo: Yo iré y le curaré. Y respondiendo el centurión, dijo: Señor, yo no soy digno de que entres bajo mi techo; di sólo una palabra y mi siervo será curado. Porque yo soy un subordinado, pero bajo mí tengo soldados, y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi esclavo: Haz esto, y lo hace.

3-177-129 “Fe”
8,10-13

Viéndole Jesús, se maravilló y dijo a los que le seguían: En verdad os digo que en nadie de Israel he hallado tanta fe. Os digo, pues, que del oriente y del occidente vendrán y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el Reino de los cielos, mientras que los hijos del Reino serán arrojados a las tinieblas exteriores, donde habrá llanto y crujir de dientes. Y dijo Jesús al centurión: Ve, hágase contigo según has creído. Y en aquella hora quedó curado el siervo.

3-177-129 “Fe”
8,14-15 Curación de la suegra de Pedro
8,14-15

Entrando Jesús en casa de Pedro, vio a la suegra de éste postrada en cama con fiebre. Le tomó la mano, y la fiebre la dejó, y ella, levantándose, se puso a servirle.

1-60-328
1-60-328
“Elecc. Apost.”
“Iglesia”
8,16-17 Numerosas curaciones
8,16-17

Ya atardecido, le presentaron muchos endemoniados, y arrojaba con una palabra los espíritus, y a todos los que se sentían mal los curaba, para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, que dice: «Él tomó nuestras enfermedades y cargó con nuestras dolencias». *

1-61-335 “Salv./Cond.”
8,18-22 Dos vocaciones: Condiciones para seguir a Jesús
8,18-22

Viendo Jesús grandes muchedumbres en torno suyo, dispuso partir a la otra ribera. Le salió al encuentro un escriba, que le dijo: Maestro, te seguiré adondequiera que vayas. Díjole Jesús: Las raposas tienen cuevas, y las aves del cielo, nidos; pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza. Otro discípulo le dijo: Señor, permíteme ir primero a sepultar a mi padre; pero Jesús le respondió: Sígueme y deja a los muertos sepultar a sus muertos.

3-178-132 “Sacerdotes”
8,23-27 La tempestad calmada. Jesús es el Salvador
8,23-27

Cuando hubo subido a la barca, le siguieron sus discípulos. Se produjo en el mar una agitación grande, tal que las olas cubrían la barca; pero Él entre tanto dormía, y acercándose le despertaron, diciendo: Señor, sálvanos, que perecemos. Él les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces se levantó, increpó a los vientos y al mar, y sobrevino una gran calma. Aquellos hombres, llenos de admiración, decían: ¿Quién es éste, que hasta los vientos y el mar le obedecen?

3-185-175 “Salv./Cond.”
8,28-34 Curación de dos endemoniados y muerte de la piara
8,28-32

Llegado a la otra orilla, a la región de gadarenos, le vinieron al encuentro, saliendo de los sepulcros, dos endemoniados, tan furiosos, que nadie podía pasar por aquel camino. Y le gritaron, diciendo: ¿Qué tenemos que ver contigo, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí antes de tiempo para atormentarnos? Había lejos de ellos una numerosa piara de puercos paciendo, y los demonios le rogaban, diciendo: Si has de echarnos, échanos a la piara de puercos. Les dijo: Id. Ellos salieron y se fueron a los puercos, y toda la piara se lanzó por un precipicio al mar, muriendo en las aguas.

3-186-178 “Demonio/Inf.”
8,33-34

Los porqueros huyeron, y, yendo a la ciudad, contaron lo que había pasado con los endemoniados. Toda la ciudad salió al encuentro de Jesús, y viéndole, le rogaron que se retirase de su territorio.

3-186-178 “Demonio/Inf.”
9,1-8 Curación del paralítico de Cafarnaúm
9,1-2

Subió luego a una barca, y, haciendo la travesía, llegó a su ciudad. Le presentaron un paralítico acostado en su lecho, y viendo Jesús la fe de aquellos hombres, dijo al paralítico: Confía, hijo; tus pecados te son perdonados.

1-64-346 “Fe”
9,3-8

Algunos escribas dijeron dentro de sí: Éste blasfema. Jesús, conociendo sus pensamientos, les dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir «Tus pecados te son perdonados», o decir «Levántate y anda»? Pues para que veáis que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra poder de perdonar los pecados, dijo al paralítico: Levántate, toma tu lecho y vete a casa. Él, levantándose, se fue a su casa. Viendo esto, las muchedumbres quedaron sobrecogidas de temor y glorificaban a Dios de haber dado tal poder a los hombres.

1-64-346 “Fe”
9,9-13 Llamamiento al publicano Mateo
9,9-9

Jesús, al pasar de allí, vio a un hombre sentado al telonio, de nombre Mateo, y le dijo: Sígueme. Y él, levantándose, le siguió.

2-97-100
2-97-100
“Elecc. Apost.”
“Iglesia”
9,10-13

Y sucedió que, estando Jesús sentado a la mesa en casa de aquél, vinieron muchos publicanos y pecadores a sentarse con Jesús y sus discípulos. Viendo esto, los fariseos decían a los discípulos: «¿Por qué vuestro Maestro come con publicanos y pecadores?». Él, que los oyó, dijo: No tienen los sanos necesidad de médico, sino los enfermos. Id y aprended qué significa «Misericordia quiero y no sacrificio». * Porque no he venido yo a llamar a los justos, sino a los pecadores.

2-97-100
2-97-100
“Elecc. Apost.”
“Iglesia”
9,14-17 Por qué no ayunan los discípulos de Jesús
9,14-15

Entonces se llegaron a Él los discípulos de Juan, diciendo: ¿Cómo es que, ayunando nosotros y los fariseos, tus discípulos no ayunan? Y Jesús les contestó: ¿Por ventura pueden los compañeros del novio llorar mientras está el novio con ellos? Pero vendrán días en que les será arrebatado el esposo, y entonces ayunarán.

2-159-444
2-159-444
“Elecc. Apost.”
“Iglesia”
9,16-17

Nadie remienda un vestido viejo con un pedazo de género nuevo, porque el remiendo se llevará algo del vestido y el roto se hará mayor. Ni nadie echa el vino nuevo en cueros viejos; de otro modo se romperían los cueros, el vino se derramaría y las cueros se perderían; sino que se echa el vino nuevo en cueros nuevos, y así se conservan el vino y los cueros.

2-159-444
2-159-444
“Elecc. Apost.”
“Iglesia”
9,18-26 Curación de la hemorroisa / Resurrección de la hija de jefe
9,18-19

Mientras les hablaba, llegó un jefe, y acercándosele se postró ante Él, diciendo: Mi hija acaba de morir; pero ven, pon tu mano sobre ella y vivirá. Y levantándose Jesús, le siguió con sus discípulos.

4-230-10 “Fe”
9,20-22

Entonces una mujer que padecía flujo de sangre hacía doce años se le acercó por detrás y le tocó la orla del vestido, diciendo para sí misma: Con sólo que toque su vestido seré sana. Jesús se volvió, y, viéndola, dijo: Hija, ten confianza; tu fe te ha sanado. Y quedó sana la mujer desde aquel momento.

4-230-10 “Fe”
9,23-26

Cuando llegó Jesús a la casa del jefe, al ver a los flautistas y a la turba de plañideras, dijo: Retiraos, que la niña no está muerta; duerme. Y se reían de Él. Una vez que la muchedumbre fue echada fuera, entró, tomó de la mano a la niña y ésta se levantó. La nueva se divulgó por toda aquella tierra.

4-230-10 “Fe”
9,27-31 Curación de dos ciegos
9,27-31

Partido Jesús de allí, le seguían dos ciegos dando voces y diciendo: Ten piedad de nosotros, Hijo de David. Entrando en la casa, se le acercaron los ciegos y les dijo Jesús: ¿Creéis que puedo yo hacer esto? Respondiéronle: Sí, Señor. Entonces tocó sus ojos, diciendo: Hágase en vosotros según vuestra fe. Y se abrieron sus ojos. Con tono severo les advirtió: Mirad que nadie lo sepa; pero ellos, una vez fuera, extendieron su fama por todo aquel país.

4-232-24 “Fe”
9,32-34 Curación de un mudo endemoniado
9,32-34

Salidos los ciegos, le presentaron un hombre mudo endemoniado, y arrojado el demonio, habló el mudo, y se maravillaron las turbas, diciendo: Jamás se vio tal en Israel. Pero los fariseos replicaban: Por medio del príncipe de los demonios expulsa a los demonios.

4-232-24 “Demonio/Inf.”
9,35-38
Actividad misional y petición de obreros
9,35-38

Jesús recorría ciudades y aldeas enseñando en sus sinagogas, predicando el Evangelio del Reino y curando toda enfermedad y toda dolencia. Viendo al gentío, se enterneció de compasión por él, porque estaban fatigados y decaídos como ovejas sin pastor. Entonces dijo a los discípulos: La mies es mucha, pero los obreros pocos. Rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies.

4-237-46 “Sacerdotes”
10,1-4 Elección de los doce
10,1-4

Jesús, llamando a sus doce discípulos, les dio poder sobre los espíritus impuros para arrojarlos y para curar toda enfermedad y toda dolencia. Los nombres de los doce apóstoles son éstos: el primero, Simón, llamado Pedro, y Andrés, su hermano; Santiago, el de Zebedeo, y Juan, su hermano; Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo, el publicano; Santiago, el de Alfeo, y Tadeo; Simón, el Zelote, y Judas Iscariote, el que le traicionó.

3-165-23 “Sacerdotes”
10,5-42 Instrucciones a los doce
10,5-8

A estos doce los envió Jesús, haciéndoles las siguientes recomendaciones: No vayáis a los gentiles ni penetréis en ciudad de samaritanos; id más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel, y en vuestro camino predicad diciendo: El Reino de Dios se acerca. Curad a los enfermos, resucitad a los muertos, limpiad a los leprosos, arrojad a los demonios; gratis lo recibís, dadlo gratis.

4-265-236 “Sacerdotes”
10,9-13

No os procuréis oro, ni plata, ni cobre para vuestros cintos, ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón, porque el obrero es acreedor a su sustento. En cualquiera ciudad o aldea en que entréis, informaos de quién hay en ella digno y quedaos allí hasta que partáis, y, entrando en la casa, saludadla. Si la casa fuere digna, venga sobre ella vuestra paz; si no lo fuere, vuestra paz vuelva a vosotros.

4-265-236 “Sacerdotes”
10,14-15

Si no os reciben o no escuchan vuestras palabras, saliendo de aquella casa o de aquella ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies. En verdad os digo que más tolerable suerte tendrá la tierra de Sodoma y Gomorra en el día del juicio que aquella ciudad.

4-265-236 “Sacerdotes”
10,16-22

Os envío como ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes y sencillos como palomas. Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los sanedrines y en sus sinagogas os azotarán. Seréis llevados a los gobernadores y reyes por amor de mí, para dar testimonio ante ellos y los gentiles. Cuando os entreguen, no os preocupéis cómo o qué hablaréis, porque se os dará en aquella hora lo que debéis decir. No seréis vosotros los que habléis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros. El hermano entregará al hermano a la muerte, el padre al hijo, y se levantarán los hijos contra los padres y les darán muerte. Seréis aborrecidos de todos por mi nombre; el que persevere hasta el fin, ése será salvo.

4-265-236 “Sacerdotes”
10,23-23

Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra; y si en ésta os persiguen, huid a una tercera. En verdad os digo que no acabaréis de recorrer las ciudades de Israel antes de que venga el Hijo del hombre.

4-265-236 “Sacerdotes”
10,24-27

No está el discípulo sobre el maestro, ni el siervo sobre su amo; bástele al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su señor. Si al amo le llamaron Belcebú, ¡cuánto más a sus domésticos! No los temáis, pues, porque nada hay oculto que no llegue a descubrirse, ni secreto que no venga a conocerse. Lo que yo os digo en la oscuridad, decidlo a la luz, y lo que os digo al oído, predicadlo sobre los terrados.

4-265-236 “Sacerdotes”
10,28-33

No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, que al alma no pueden matarla; temed más bien a aquel que puede perder el alma y el cuerpo en la gehena. ¿No se venden dos pajaritos por un as? Sin embargo, ni uno de ellos cae en tierra sin la voluntad de vuestro Padre. Cuanto a vosotros, aun los cabellos todos de vuestra cabeza están contados. No temáis, pues valéis más que muchos pajarillos. Pues a todo el que me confesare delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre, que está en los cielos; pero a todo el que me negare delante de los hombres, yo le negaré también delante de mi Padre, que está en los cielos.

4-265-236 “Sacerdotes”
10,34-38

No penséis que he venido a poner paz en la tierra; no vine a poner paz, sino espada. Porque he venido a separar al hombre de su padre, y a la hija de su madre, y a la nuera de su suegra, y los enemigos del hombre serán los de su casa. El que ama al padre o a la madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama al hijo o a la hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí.

4-265-236 “Sacerdotes”
10,39-39

El que procurare salvar su vida, la perderá, y el que la perdiere por amor de mí, la hallará.

4-265-236 “Sacerdotes”
10,40-42

El que os recibe a vosotros, a mí me recibe, y el que me recibe a mí, recibe al que me envió. El que recibe al profeta como profeta, tendrá recompensa de profeta; y el que recibe al justo como justo, tendrá recompensa de justo; y el que diere de beber a uno de estos pequeños sólo un vaso de agua fresca en razón de discípulo, en verdad os digo que no perderá su recompensa.

4-265-236 “Sacerdotes”
11,1-6 Jesús responde a los enviados del Bautista
11,1-6

Cuando hubo acabado Jesús de dar sus consignas a sus doce discípulos, partió de allí para enseñar y predicar en sus ciudades. Habiendo oído Juan, en la cárcel, las obras que hacía Cristo, envió a través de sus discípulos a decirle: ¿Eres tú el que ha de venir o hemos de esperar a otro? Y, respondiendo Jesús, les dijo: Id y referid a Juan lo que habéis oído y visto: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y los pobres son evangelizados; y bienaventurado aquel que no se escandalizare en mí.

4-266-248 “Iglesia”
11,7-15 Elogio sobre Juan
11,7-10

Cuando éstos se hubieron ido, comenzó Jesús a hablar de Juan a la muchedumbre: ¿Qué habéis ido a ver al desierto? ¿Una caña agitada por el viento? ¿Qué habéis ido a ver? ¿A un hombre vestido muellemente? Mas los que visten con molicie están en las moradas de los reyes. Pues ¿a qué habéis ido? ¿A ver un profeta? Sí, yo os digo que más que a un profeta. Éste es de quien está escrito: «He aquí que yo envío a mi mensajero delante de tu faz, que preparará tus caminos delante de ti». *

4-266-251 “Iglesia”
11,11-11

En verdad os digo que entre los nacidos de mujer no ha aparecido uno más grande que Juan el Bautista. Pero el más pequeño en el Reino de los cielos es mayor que él.

4-266-251 “Iglesia”
11,12-15

Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los cielos está en tensión, y los esforzados lo arrebatan. Porque todos los profetas y la Ley han profetizado hasta Juan. Y si queréis oírlo, él es Elías, que ha de venir. El que tenga oídos, que oiga.

4-266-251 “Iglesia”
11,16-19 Juicio sobre la generación presente
11,16-19

¿A quién compararé yo esta generación? Es semejante a niños sentados en la plaza que se gritan unos a otros, diciendo: «Os tocamos la flauta, y no habéis danzado; entonado canto de duelo y no os habéis golpeado el pecho». Porque vino Juan, que no comía ni bebía, y dicen: Está poseído del demonio. Vino el Hijo del hombre, comiendo y bebiendo, y dicen: Es un comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y pecadores. Sin embargo, al disponer esto, Dios ha actuado con Sabiduría.

4-266-251 “Iglesia”
11,20-24 Amenaza a las ciudades infieles
11,20-24

Comenzó entonces a increpar a las ciudades en que había hecho muchos milagros, porque no habían hecho penitencia: ¡Ay de ti, Corozaín; ay de ti, Betsaida!, porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros obrados en ti, mucho ha que en saco y ceniza hubieran hecho penitencia. Así, pues, os digo, que Tiro y Sidón serán tratados con menos rigor que vosotras en el día del juicio. Y tú, Cafarnaúm, ¿pretendes llegar hasta el cielo? Hasta el infierno serás precipitada. Porque si en Sodoma se hubieran realizado los milagros obrados en ti, Sodoma existiría todavía. Por eso, os digo que el país de Sodoma, en el día del juicio, será tratada con menor rigor que tú.

4-266-251 “Iglesia”
11,25-27 Acción de gracias al Padre por los pequeños
11,25-27

Por aquel tiempo tomó Jesús la palabra y dijo: Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque ocultaste estas cosas a los sabios y prudentes y las revelaste a los pequeñuelos. Sí, Padre, porque así te pareció bien. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quisiere revelárselo.

4-266-251 “Iglesia”
11,28-30 El yugo de Jesús
11,28-30

Venid a mí todos los que estáis fatigados y cargados, que yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y vuestras almas encontrarán alivio, pues mi yugo es blando y mi carga ligera.

4-268-265 “Fe”
12,1-8 Espigas arrancadas, en sábado
12,1-8

Por aquel tiempo iba Jesús un día de sábado por los sembrados; sus discípulos tenían hambre y comenzaron a arrancar espigas y comérselas. Los fariseos, que lo vieron, dijéronle: Mira que tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en sábado. Pero Él les dijo: ¿No habéis leído lo que hizo David cuando tuvo hambre él y los que le acompañaban? ¿Cómo entró en la casa de Dios y comieron los panes de la proposición, que no les era lícito comer a él y a los suyos, sino sólo a los sacerdotes? ¿Ni habéis leído en la Ley que el sábado los sacerdotes en el templo violan el sábado sin hacerse culpables? Pues Yo os digo que lo que aquí hay es más grande que el templo. Si entendierais qué significa «Misericordia quiero y no sacrificio», * no condenaríais a los inocentes. Porque el Hijo del hombre es señor del sábado.

3-217-383 “Dios/Reino”
12,9-14 Curación de la mano seca, en sábado
12,9-13

Pasando de allí, vino a la sinagoga de ellos, donde había un hombre que tenía seca una mano. Y le preguntaron para poder acusarle: ¿Es lícito curar en sábado? Él les dijo: ¿Quién de vosotros, teniendo una oveja que cae en un pozo, en día de sábado, no la toma y la saca? Pues ¡cuánto más vale un hombre que una oveja! Lícito es, por tanto, hacer bien en sábado. Entonces dijo a aquel hombre: Extiende tu mano. La extendió y quedó tan sana como la otra.

4-263-225
4-263-225
“Dios/Reino”
“Oración”
12,14-14

Los fariseos, saliendo, se reunieron en consejo contra Él para ver cómo perderle.

12,15-21 Mansedumbre del Mesías predicha por Isaías
12,15-21

Jesús, al saber esto, se alejó de allí. Muchos le siguieron, y los curaba a todos, encargándoles que no le descubrieran, para que se cumpliera el anuncio del profeta Isaías, que dice: «He aquí a mi siervo, a quien elegí; mi amado, en quien mi alma se complace. Haré descansar mi espíritu sobre él y anunciará el derecho a las gentes. No disputará ni gritará, nadie oirá su voz en las plazas. La caña cascada no la quebrará y no apagará la mecha humeante hasta hacer triunfar el derecho; y en su nombre pondrán las naciones su esperanza». *

12,22-30 La calumnia de los fariseos
12,22-26

Entonces le trajeron un endemoniado ciego y mudo, y le curó, de suerte que el mudo hablaba y veía. Se maravillaron todas las muchedumbres y decían: ¿No será éste el Hijo de David? Pero los fariseos, que esto oyeron, dijeron: Éste no echa a los demonios sino por el poder de Belcebú, príncipe de los demonios. Penetrando Él sus pensamientos, les dijo: Todo reino en sí dividido será desolado, y toda ciudad o casa en sí dividida no subsistirá. Si Satanás arroja a Satanás, está dividido contra sí; ¿cómo, pues, subsistirá su reino?

4-269-267 “Demonio/Inf.”
12,27-30

Y si yo arrojo a los demonios con el poder de Belcebú, ¿con qué poder los arrojan vuestros hijos? Por eso serán ellos vuestros jueces. Mas si yo arrojo a los demonios con el espíritu de Dios, entonces es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios. Pues ¿cómo podrá entrar uno en la casa de un fuerte y arrebatarle sus enseres si no logra primero sujetar al fuerte? Ya entonces podrá saquear su casa. Quien no está conmigo está contra mí, y el que conmigo no recoge, desparrama.

4-269-267
4-269-272
“Demonio/Inf.”
“Espíritu Santo”
12,31-37 La blasfemia contra el Espíritu Santo
12,31-35

Por eso os digo: Cualquier pecado o blasfemia les será perdonado a los hombres; pero la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. Quien hablare contra el Hijo del hombre será perdonado; pero quien hablare contra el Espíritu Santo no será perdonado ni en este siglo ni en el venidero. Si plantáis un árbol bueno, su fruto será bueno; pero si plantáis un árbol malo, su fruto será malo, porque el árbol por los frutos se conoce. ¡Raza de víboras! ¿Cómo podéis vosotros decir cosas buenas siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno, de su buen tesoro saca cosas buenas: pero el hombre malo, de su mal tesoro saca cosas malas.

4-269-267
4-269-272
“Demonio/Inf.”
“Espíritu Santo”
12,36-37

Y yo os digo que de toda palabra ociosa que hablaren los hombres habrán de dar cuenta el día del juicio. Pues por tus palabras serás declarado justo o por tus palabras condenado.

4-269-267
4-269-272
“Demonio/Inf.”
“Espíritu Santo”
12,38-45 Crítica a la generación actual. Señal de Jonás.- Recaída en el satanismo
12,38-40

Entonces le interpelaron algunos escribas y fariseos, y le dijeron: Maestro, quisiéramos ver una señal tuya. Él, respondiendo, les dijo: La generación mala y adúltera busca una señal, pero no le será dada más señal que la de Jonás el profeta. Porque, como estuvo Jonás en el vientre de la ballena tres días y tres noches, así estará el Hijo del hombre tres días y tres noches en el corazón de la tierra.

4-269-267 “Demonio/Inf.”
12,41-42

Los ninivitas se levantarán el día del juicio contra esta generación y la condenarán, porque hicieron penitencia a la predicación de Jonás, y hay aquí algo más que Jonás. La reina del Mediodía se levantará en juicio contra esta generación y la condenará, porque vino de los confines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón.

4-269-267 “Demonio/Inf.”
12,43-45

Cuando el espíritu impuro sale de un hombre, discurre por lugares áridos, buscando reposo, y no lo halla. Entonces se dice: Me volveré a mi casa de donde salí. Y va y la encuentra vacía, barrida y compuesta. Entonces va, toma consigo otros siete espíritus peores que él y, entrando, habitan allí, viniendo a ser las postrimerías de aquel hombre peores que sus principios. Así será de esta generación mala.

4-269-267 “Demonio/Inf.”
12,46-50 Los parientes de Jesús
12,46-50

Mientras Él hablaba a la muchedumbre, su madre y sus hermanos estaban fuera y pretendían hablarle. Alguien le dijo: Tu madre y tus hermanos están fuera y desean hablarte. Él, respondiendo, dijo al que le hablaba: ¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos? Y extendiendo su mano sobre sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. Porque quienquiera que hiciere la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.

4-269-267
4-269-275
“Demonio/Inf.”
“María Stma.”
13,1-52 Parábolas del Reino
13,1-9 Parábola del sembrador
13,1-9

Aquel día salió Jesús de casa y se sentó junto al mar. Se le acercaron numerosas muchedumbres. Él, subiendo a una barca, se sentó, quedando las muchedumbres sobre la playa, y Él les dijo muchas cosas en parábolas: Salió un sembrador a sembrar, y de la semilla, parte cayó junto al camino, y viniendo las aves, la comieron. Otra cayó en un pedregal, donde no había tierra, y luego brotó, porque la tierra era poco profunda; pero levantándose el sol, la agostó, y como no tenía raíz, se secó. Otra cayó entre espinas, las cuales crecieron y la ahogaron. Otra cayó sobre tierra buena y dio fruto, una ciento, otra sesenta, otra treinta. El que tenga oídos, que oiga.

3-179-134 “Sacerdotes”
13,10-17 Razón de las parábolas
13,10-17

Acercándosele los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas en parábolas? Y les respondió diciendo: A vosotros os ha sido dado conocer los misterios del Reino de los cielos; pero a ésos, no. Porque al que tiene, se le dará más y abundará; y al que no tiene, aun aquello que tiene le será quitado. Por esto les hablo a ellos en parábolas, porque viendo no ven y oyendo no oyen ni entienden; y se cumple con ellos la profecía de Isaías, que dice: «Oiréis y no entenderéis, veréis y no conoceréis. Porque se ha endurecido el corazón de este pueblo, y se han hecho duros de oídos, y han cerrado sus ojos, para no ver con sus ojos y no oír con sus oídos, y para no entender en su corazón y convertirse, que yo los curaría». * ¡Pero dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen! Pues en verdad os digo que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron.

3-180-146 “Sacerdotes”
13,18-23 Explicación de la parábola del sembrador
13,18-23

Oíd, pues, vosotros la explicación de la parábola del sembrador. Cuando uno oye la palabra del Reino y no la entiende, viene el maligno y le arrebata lo que se había sembrado en su corazón: esto es lo sembrado junto al camino. Lo sembrado en terreno pedregoso es el que oye la palabra y desde luego la recibe con alegría; pero no tiene raíces en sí mismo, sino que es voluble, y en cuanto se levanta una tormenta o persecución a causa de la palabra, al instante se escandaliza. Lo sembrado entre espinas es el que oye la palabra: pero los cuidados del siglo y la seducción de las riquezas ahogan la palabra y queda sin dar fruto. Lo sembrado en buena tierra es el que oye la palabra y la entiende, y da fruto, uno ciento, otro sesenta, otro treinta.

3-180-146 “Sacerdotes”
13,24-30 Parábola del trigo y de la cizaña
13,24-30

Les propuso otra parábola, diciendo: Es semejante el Reino de los cielos a uno que sembró en su campo semilla buena. Pero, mientras su gente dormía, vino el enemigo y sembró cizaña entre el trigo y se fue. Cuando creció la hierba y dio fruto, entonces apareció la cizaña. Acercándose los criados al amo, le dijeron: Señor, ¿no has sembrado semilla buena en tu campo? ¿De dónde viene, pues, que haya cizaña? Y él contestó: Eso es obra de un enemigo. Dijéronle: ¿Quieres que vayamos y la arranquemos? Y les dijo: No, no sea que, al querer arrancar la cizaña, arranquéis con ella el trigo. Dejad que ambos crezcan hasta la siega; y al tiempo de la siega diré a los segadores: Tomad primero la cizaña y atadla en haces para quemarla, y el trigo recogedlo para encerrarlo en el granero.

3-181-152 “Sacerdotes”
13,31-32 Parábola del grano de mostaza
13,31-32

Otra parábola les propuso, diciendo: Es semejante el Reino de los cielos a un grano de mostaza que toma uno y lo siembra en su campo; y con ser la más pequeña de todas las semillas, cuando ha crecido es la más grande de todas las plantas del huerto y llega a hacerse un árbol, de suerte que las aves del cielo vienen a anidar en sus ramas.

3-184-167 “Dios/Reino”
13,33-35 Parábola de la levadura
13,33-33

Otra parábola les dijo: Es semejante el Reino de los cielos a la levadura que una mujer toma y la pone en tres medidas de harina hasta que todo fermenta.

5-327-173 “Dios/Reino”
13,34-35

Todas estas cosas dijo Jesús en parábolas a las muchedumbres, y no les hablaba nada sin parábolas, para que se cumpliera el anuncio del profeta, que dice: «Abriré en parábolas mi boca, declararé las cosas ocultas desde la fundación del mundo». *

13,36-43 Explicación: Parábola del trigo y de la cizaña
13,36-43

Entonces, dejando a la muchedumbre, se vino a casa, y sus discípulos se le acercaron, diciéndole: Explícanos la parábola de la cizaña del campo. Él, respondiendo, dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del Reino; la cizaña son los hijos del maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la siega es la consumación del mundo; los segadores son los ángeles; a la manera, pues, que se recoge la cizaña y se quema en el fuego, así será en la consumación del mundo. Enviará el Hijo del hombre a sus ángeles para que quiten de su Reino todos los escándalos y a todos los obradores de iniquidad, y los arrojarán en el horno de fuego, donde habrá llanto y crujir de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.

3-181-152 “Sacerdotes”
13,44-44 Parábola del tesoro escondido en el campo
13,44-44

Es semejante el Reino de los cielos a un tesoro escondido en un campo, que quien lo encuentra lo oculta y, lleno de alegría, va, vende cuanto tiene y compra aquel campo.

4-237-50 “Dios/Reino”
13,45-46 Parábola de la perla preciosa
13,45-46

Es también semejante el Reino de los cielos a un mercader que busca perlas preciosas, y hallando una de gran precio, va, vende todo cuanto tiene y la compra.

4-239-61 “Sacerdotes”
13,47-51 Parábola de la red y los peces
13,47-51

Es también semejante el Reino de los cielos a una red barredera, que se echa en el mar y recoge peces de toda suerte, y llena, la sacan sobre la playa, y sentándose, recogen los peces buenos en canastos, y los malos los tiran. Así será a la consumación del mundo; saldrán los ángeles y separarán a los malos de los justos, y los arrojarán al horno de fuego; allí habrá llanto y crujir de dientes. ¿Habéis entendido todo esto? Respondiéronle: Sí.

4-239-61 “Sacerdotes”
13,52-52 Parábola del amo de casa que saca de su tesoro
13,52-52

Y les dijo: Así, todo escriba instruido en la doctrina del Reino de los cielos es como el amo de casa, que de su tesoro saca lo nuevo y lo añejo.

4-239-61 “Sacerdotes”
13,53-58 Nazaret cerrada a Jesús
13,53-58

Cuando hubo terminado Jesús estas parábolas, se alejó de allí, y viniendo a su tierra de Nazaret, les enseñaba en la sinagoga, de manera que, atónitos, se decían: ¿De dónde le vienen a éste tal sabiduría y tales poderes? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿Su madre no se llama María, y sus hermanos Santiago y José, Simón y Judas? Sus hermanas, ¿no están todas entre nosotros? ¿De dónde, pues, le viene todo esto? Y se escandalizaban en Él. Jesús les dijo: Sólo en su patria y en su casa es menospreciado el profeta. Y no hizo allí muchos milagros por su incredulidad.

4-246-110 “Fe”
14,1-12 Juicio de Herodes sobre Jesús y muerte de Juan el Bautista
14,1-2

Por aquel tiempo llegaron a Herodes el tetrarca noticias acerca de Jesús, y dijo a sus servidores: Ése es Juan el Bautista, que ha resucitado de entre los muertos, y por eso obra en él un poder milagroso.

5-348-307 “Judas Isc.”
14,3-5

Es de saber que Herodes había hecho prender a Juan, le había encadenado y puesto en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de Filipo, su hermano, pues Juan le decía: No te es lícito tenerla. Quiso matarle, pero tuvo miedo de la muchedumbre, que le tenía por profeta.

4-270-279 “Iglesia”
14,6-12

Al llegar el cumpleaños de Herodes, bailó la hija de Herodías ante todos, y tanto gustó a Herodes, que con juramento le prometió darle cuanto le pidiera; y ella, inducida por su madre, le dijo: Dame aquí, en la bandeja, la cabeza de Juan el Bautista. El rey se entristeció, mas por el juramento hecho y por la presencia de los convidados ordenó dársela, y mandó degollar en la cárcel a Juan el Bautista, cuya cabeza fue traída en una bandeja y dada a la joven, que se la llevó a su madre. Vinieron sus discípulos, tomaron el cadáver y lo sepultaron, yendo luego a anunciárselo a Jesús.

4-270-279 “Iglesia”
14,13-14 Al saberlo, Jesús a un lugar aislado
14,13-14

A esta noticia, Jesús se alejó de allí en una barca a un lugar desierto y apartado, y habiéndolo oído las muchedumbres, le siguieron a pie desde las ciudades. Al desembarcar vio una gran muchedumbre, y se compadeció de ella, y curó a todos sus enfermos.

(4-272-288)
*
(“Muerte/Res.”)
*
14,15-23 Primera multiplicación de panes y peces
14,15-21

Llegada la tarde, se le acercaron los discípulos, diciéndole: El lugar es desierto y es ya tarde; despide, pues, a la muchedumbre para que vayan a las aldeas y se compren alimentos. Jesús les dijo: No tienen necesidad de ir, dadles vosotros de comer. Pero ellos le respondieron: No tenemos aquí sino cinco panes y dos peces. Él les dijo: Traédmelos acá. Y mandando a la muchedumbre que se recostara sobre la hierba, tomó los cinco panes y los dos peces y, alzando los ojos al cielo, bendijo y partió los panes y se los dio a los discípulos, y éstos a la muchedumbre. Y comieron todos y se saciaron, y recogieron de los fragmentos sobrantes doce cestos llenos, siendo los que habían comido unos cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.

4-273-293 “Eucaristía”
14,22-23

Obligó luego a los discípulos a subir en la barca y precederle a la otra orilla, mientras Él despedía a la muchedumbre. Una vez que la despidió, subió a un monte apartado para orar, y llegada la noche, estaba allí solo.

4-273-293 “Eucaristía”
14,24-33 Jesús camina sobre las aguas del lago
14,24-33

La barca se había alejado de la tierra muchos estadios, azotada por las olas, pues el viento le era contrario. En la cuarta vigilia de la noche vino a ellos andando sobre el mar. Al verle ellos andar sobre el mar, se turbaron y decían: Es un fantasma. Y de miedo comenzaron a gritar. Pero al instante les habló Jesús, diciendo: Tened confianza. Soy yo. No temáis. Tomando Pedro la palabra, dijo: Señor, si eres tú, mándame ir a ti sobre las aguas. Él dijo: Ven. Bajando de la barca, anduvo Pedro sobre las aguas y vino hacia Jesús. Pero, viendo el viento fuerte, temió, y comenzando a hundirse, gritó: Señor, sálvame. Al instante Jesús le tendió la mano, le agarró, diciéndole: Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado? Y subiendo a la barca, se calmó el viento. Los que en ella estaban se postraron ante Él, diciendo: Verdaderamente, tú eres Hijo de Dios.

4-274-298 “Fe”
14,34-36 Curaciones de Jesús en Genesaret
14,34-36

Terminada la travesía, vinieron a la región de Genesaret, y, reconociéndole los hombres de aquel lugar, esparcieron la noticia por toda la comarca y le presentaron todos los enfermos, suplicándole que le dejaran tocar siquiera la orla de su vestido, y todos los que la tocaban quedaban sanos.

4-276-318 “Riqueza/Pobr.”
15,1-9 Mandamientos de Dios y enseñanzas humanas
15,1-6

Entonces se acercaron a Jesús fariseos y escribas venidos de Jerusalén, diciendo: ¿Por qué tus discípulos no respetan la tradición de los antiguos, pues no se lavan las manos cuando comen? Él respondió y les dijo: ¿Por qué quebrantáis vosotros el precepto de Dios por vuestras tradiciones? Pues Dios dijo: Honra a tu padre y a tu madre, y quien maldijere a su padre o a su madre sea muerto. * Mas vosotros decís: Si tienes destinado al templo de Dios aquello con que podrías ayudar a tu padre o a tu madre, quedas libre de tus deberes para con ellos. Y así anuláis la palabra de Dios para seguir una tradición humana.

5-300-30 “Dios/Reino”
15,7-9

Hipócritas, de antemano Isaías os había descrito cuando dijo: «Este pueblo me honra con sus labios, mas su corazón está lejos de mí. Sus enseñanzas son mandatos humanos» . *

5-300-30 “Dios/Reino”
15,10-20 Mancha al hombre lo que sale de la boca
15,10-11

Y llamando a sí a la muchedumbre, les dijo: Oíd y entended: No es lo que entra por la boca lo que hace impuro al hombre; mas lo que sale de la boca, eso es lo que al hombre le hace impuro.

5-300-30 “Dios/Reino”
15,12-20

Entonces se le acercaron los discípulos y le dijeron: ¿Sabes que los fariseos al oírte se han escandalizado? Respondióles y dijo: Toda planta que no ha plantado mi Padre celestial será arrancada. Dejadlos, son guías ciegos; si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán en la hoya. Tomando Pedro la palabra, le dijo: Explícanos esa parábola. Dijo Él: ¿Tampoco vosotros entendéis? ¿No comprendéis que lo que entra por la boca va al vientre y se expele en la letrina? Pero lo que sale de la boca procede del corazón, y eso hace impuro al hombre. Porque del corazón provienen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los robos, los falsos testimonios, las blasfemias. Esto es lo que contamina al hombre; pero comer sin lavarse las manos, eso no contamina al hombre.

5-301-34 “Dios/Reino”
15,21-28 Curación de la hija de la mujer cananea
15,21-28

Saliendo de allí Jesús, se retiró a la región de Tiro y de Sidón. Una mujer cananea de aquellos contornos comenzó a gritar, diciendo: Ten piedad de mí, Señor, Hijo de David; mi hija es malamente atormentada por el demonio. Pero Él no le contestaba palabra. Los discípulos se le acercaron y le rogaron, diciendo: Despídela, pues viene gritando detrás de nosotros. Él respondió y dijo: No he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Mas ella, acercándose, se postró ante Él, diciendo: ¡Señor, socórreme! Contestó Él y dijo: No es bueno tomar el pan de los hijos y arrojarlo a los perrillos. Mas ella dijo: Cierto, Señor, pero también los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus señores. Entonces Jesús le dijo: ¡Oh mujer, grande es tu fe! Hágase contigo como tú quieres. Y desde aquella hora quedó curada su hija.

5-331-199 “Fe”
15,29-39 Segunda multiplicación de panes y peces
15,29-31

Partiendo de allí, vino Jesús cerca del mar de Galilea, y subiendo a una montaña se sentó allí. Se le acercó una gran muchedumbre, en la que había cojos, mancos, ciegos, mudos y muchos otros, que se echaron a sus pies, y los curó. La muchedumbre se maravillaba viendo que hablaban los mudos, los mancos sanaban, los cojos andaban y veían los ciegos. Y glorificaban al Dios de Israel.

5-353-349 “Eucaristía”
15,32-39

Jesús llamó a sí a sus discípulos y dijo: Tengo compasión de la muchedumbre, porque hace ya tres días que están conmigo y no tienen qué comer; no quiero despedirlos ayunos, no sea que desfallezcan en el camino. Los discípulos le contestaron: ¿De dónde vamos a sacar en el desierto tantos panes para saciar a tanta muchedumbre? Díjoles Jesús: ¿Cuántos panes tenéis? Ellos contestaron: Siete y algunos pececillos. Y mandando a la muchedumbre que se recostara en tierra, tomó los siete panes y los peces, y dando gracias, los partió; se los dio a los discípulos, y éstos a la muchedumbre. Y comieren todos y se saciaron, y se recogieron de los pedazos que quedaron siete canastos llenos. Los que comieron eran cuatro mil hombres, sin contar las mujeres y los niños. Y, despidiendo a la muchedumbre, subió a la barca y vino a los confines de Magdala.

5-353-349 “Eucaristía”
16,1-4 Petición de una señal del cielo
16,1-4

Se le acercaron fariseos y saduceos para tentarle, y le rogaron que les mostrara una señal del cielo. Él, les dijo: Por la tarde decís: Buen tiempo, si el cielo está rojo encendido. Y a la mañana: Hoy tempestad, porque el cielo está rojizo oscuro. Sabéis interpretar los aspectos del cielo ¿y no sabéis interpretar las señales de los tiempos? Esta generación mala y adúltera busca una señal, mas no se le dará sino la señal de Jonás. Y, dejándoles, se fue.

5-342-269 “Jesús Red.”
16,5-12 Guardaos de la levadura de fariseos y saduceos
16,5-12

Yendo los discípulos a la otra ribera, se olvidaron de tomar pan. Jesús les dijo: Ved bien de guardaros del fermento de los fariseos y saduceos. Ellos pensaban entre sí y se decían: Es porque no hemos traído pan. Conociéndolo Jesús, dijo: ¿Qué pensamientos son los vuestros, hombres de poca fe? ¿Que no tenéis pan? ¿Aún no habéis entendido ni os acordáis de los cinco panes para los cinco mil hombres y cuántos cestos se llenaron con las sobras? ¿Ni de los siete panes para los cuatro mil hombres y cuántos canastos de sobras recogisteis? ¿Cómo no habéis entendido que no os hablaba del pan? Guardaos, os digo, del fermento de los fariseos y saduceos. Entonces cayeron en la cuenta de que no les había dicho que se guardasen del fermento del pan, sino de la doctrina de los fariseos y saduceos.

5-343-278 “Jesús Red.”
16,13-20 Simón Pedro, fundamento de la Iglesia de Jesús
16,13-16

Viniendo Jesús a la región de Cesárea de Filipo, preguntó a sus discípulos: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre? Ellos contestaron: Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías u otro de los profetas. Y Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy? Tomando la palabra Simón Pedro, dijo: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.

5-343-280 “Iglesia”
16,17-20

Y Jesús, respondiendo, dijo: Bienaventurado tú, Simón Bar Jona, porque no es la carne ni la sangre quien esto te ha revelado, sino mi Padre, que está en los cielos. Y yo te digo a ti: tú eres Pedro, o sea Piedra, y sobre esta piedra edificaré yo mi Iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos. Cuanto atares en la tierra será atado en los cielos. Y cuanto desatares sobre la tierra será desatado en los cielos. Entonces, ordenó a sus discípulos no decir a nadie que Él era el Mesías.

5-343-280 “Iglesia”
16,21-23 Primer anuncio de la Pasión
16,21-23

Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén para sufrir mucho de parte de los ancianos, de los príncipes de los sacerdotes y de los escribas, y ser muerto, y al tercer día resucitar. Pedro, tomándole aparte, se puso a amonestarle, diciendo: No quiera Dios, Señor, que esto suceda. Pero Él, volviéndose, dijo a Pedro: Retírate de mí, Satanás; tú me sirves de escándalo, porque no sientes las cosas de Dios, sino las de los hombres.

5-346-295 “Jesús Red.”
16,24-28 Condiciones para seguir a Jesús
16,24-28

Entonces dijo Jesús a sus discípulos: El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la hallará. Y ¿qué aprovecha al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma? ¿O qué podrá dar el hombre a cambio de su alma? Porque el Hijo del hombre ha de venir en la gloria de su Padre, con sus ángeles, y entonces dará a cada uno según sus obras. En verdad os digo que hay algunos entre los presentes que no gustarán la muerte antes de haber visto al Hijo del hombre venir en su Reino.

5-346-295 “Jesús Red.”
17,1-13 Transfiguración de Jesús en un monte alto
17,1-4

Seis días después tomó Jesús a Pedro, a Santiago y a Juan, su hermano, y los llevó aparte, a un monte alto. Y se transfiguró ante ellos; brilló su rostro como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías hablando con Él. Tomando Pedro la palabra, dijo a Jesús: Señor, ¡qué bien estamos aquí! Si quieres, haré aquí tres tiendas: una para ti, una para Moisés y otra para Elías.

5-349-319 “Jesús Red.”
17,5-9

Aún estaba él hablando, cuando los cubrió una nube resplandeciente, y salió de la nube una voz que decía: Éste es mi Hijo amado, en quien tengo mi complacencia; escuchadle. Al oírla, los discípulos cayeron sobre su rostro, sobrecogidos de gran temor. Jesús se acercó, y tocándolos dijo: Levantaos, no temáis. Alzando ellos los ojos, no vieron a nadie, sino sólo a Jesús. Al bajar del monte les mandó Jesús, diciendo: No deis a conocer a nadie esta visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.

5-349-319 “Jesús Red.”

La vuelta de Elías

17,10-13

Le preguntaron los discípulos: ¿Cómo, pues, dicen los escribas que Elías tiene que venir primero? Él respondió: Elías, en verdad, está para llegar, y restablecerá todo. Sin embargo, yo os digo: Elías ha venido ya, y no le reconocieron; antes hicieron con él lo que quisieron; de la misma manera el Hijo del hombre tiene que padecer de parte de ellos. Entonces entendieron los discípulos que les hablaba de Juan el Bautista.

5-349-319 “Jesús Red.”
17,14-21 Curación del niño endemoniado, a pie del monte
17,14-18

Al llegar ellos a la muchedumbre, se le acercó un hombre y, doblando la rodilla, le dijo: Señor, ten piedad de mi hijo, que está lunático y padece mucho, porque con frecuencia cae en el fuego y muchas veces en el agua; le presenté a tus discípulos, mas no han podido curarle. Jesús respondió: ¡Oh generación incrédula y perversa!, ¿hasta cuándo tendré que estar con vosotros? ¿Hasta cuándo habré de soportaros? Traédmelo acá. E increpó al demonio, que salió, quedando curado el niño desde aquella hora.

5-349-325 “Demonio/Inf.”
17,19-21

Entonces se acercaron los discípulos a Jesús y aparte le preguntaron: ¿Cómo es que nosotros no hemos podido arrojarle? Díjoles: Por vuestra poca fe; porque en verdad os digo que, si tuviereis fe como un grano de mostaza, diríais a este monte: Vete de aquí allá, y se iría, y nada os sería imposible. Esta raza de demonios no puede ser lanzada sino por la oración y el ayuno.

5-350-330 “Demonio/Inf.”
17,22-23 Segundo anuncio de la Pasión
17,22-23

Estando reunidos en Galilea, díjoles Jesús: El Hijo del hombre tiene que ser entregado en manos de los hombres, que le matarán, y al tercer día resucitará. Y se pusieron muy tristes.

5-355-368 “Jesús Red.”
17,24-27 Impuesto pagado con moneda hallada en un pez
17,24-27

Entrando en Cafarnaúm, se acercaron a Pedro los perceptores de la didracma y le dijeron: ¿Vuestro Maestro no paga la didracma? Y él respondió: Cierto que sí. Cuando iba a entrar en casa, le salió Jesús al paso y le dijo: ¿Qué te parece, Simón? Los reyes de la tierra, ¿de quiénes cobran censos y tributos? ¿De sus hijos o de los extraños? Contestó él: De los extraños. Y le dijo Jesús: Luego los hijos están exentos. Mas, para no escandalizarlos, vete al mar, echa el anzuelo y agarra el primer pez que pique, ábrele la boca, y en ella hallarás un estater; tómalo y dalo por mí y por ti.

5-351-332 “Riqueza/Pobr.”
18,1-5 El más grande en el Reino de los cielos
18,1-2

En aquel momento se acercaron los discípulos a Jesús diciendo: ¿Quién será el más grande en el Reino de los cielos? Él, llamando a sí a un niño, le puso en medio de ellos.

5-352-339 “Dios/Reino”
18,3-5

Jesús les dijo: En verdad os digo, si no os cambiáis y os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de los cielos. Pues el que se humillare hasta hacerse como un niño de éstos, ése será el más grande en el Reino de los cielos, y el que por mí recibiere a un niño como éste, a mí me recibe.

5-352-343 “Dios/Reino”
18,6-9 Escándalo a los pequeños. Escándalos en el mundo
18,6-7

Y al que escandalizare a uno de estos pequeñuelos que creen en mí, más le valiera que le colgasen al cuello una piedra de molino de asno y le hundieran en el fondo del mar. ¡Ay del mundo por los escándalos! Porque no puede menos de haber escándalos; pero ¡ay de aquel por quien viniere el escándalo!

5-352-343 “Dios/Reino”
18,8-9

Si tu mano o tu pie te escandaliza, córtatelo y échalo de ti; que mejor te es entrar en la Vida manco o cojo que con manos o pies ser arrojado al fuego eterno. Y si tu ojo te escandaliza, sácatelo y échalo de ti; que más te vale entrar con un solo ojo en la Vida que con ambos ojos ser arrojado en la gehena de fuego.

5-352-343 “Dios/Reino”
18,10-10 Dignidad de los niños
18,10-10

Mirad que no despreciéis a uno de esos pequeños, porque en verdad os digo que sus ángeles ven de continuo en el cielo la faz de mi Padre, que está en los cielos.

5-352-343 “Dios/Reino”
18,11-14 La oveja extraviada: Los pequeñuelos
18,11-14

Porque el Hijo del hombre ha venido a salvar lo perdido. ¿Qué os parece? Si uno tiene cien ovejas y se le extravía una, ¿no dejará en el monte las noventa y nueve e irá en busca de la extraviada? Y si logra hallarla, cierto que se alegrará por ella más que por las noventa y nueve que no se habían extraviado. Así es voluntad de vuestro Padre, que está en los cielos, que quiere que no se pierda ni uno solo de estos pequeñuelos.

5-352-339 “Dios/Reino”
18,15-17 Corrección fraterna
18,15-17

Si pecare tu hermano contra ti, ve y repréndele a solas. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no te escucha, toma contigo a uno o dos, para que por la palabra de dos o tres testigos se decida el caso. * Si los desoyere, comunícalo a la Iglesia, y si a la Iglesia desoye, sea para ti como gentil o publicano.

4-277-328 “Amor”
18,18-20 Atar-Desatar.- Dos reunidos en mi nombre
18,18-20

En verdad os digo, cuanto atareis en la tierra será atado en el cielo, y cuanto desatareis en la tierra será desatado en el cielo. Aún más: os digo en verdad que si dos de vosotros conviniereis sobre la tierra en pedir cualquier cosa, os lo otorgará mi Padre, que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.

4-278-333 “Sacerdotes”
18, 21-35 Perdón de las ofensas: Parábola del siervo inicuo
18, 21-22

Entonces se le acercó Pedro y le preguntó: Señor, ¿cuántas veces he de perdonar a mi hermano si peca contra mí? ¿Hasta siete veces? Dícele Jesús: No digo yo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.

4-278-333 “Sacerdotes”
18, 23-30

Por esto se asemeja el Reino de los cielos a un rey que quiso tomar cuentas a sus siervos. Al comenzar a tomarlas se le presentó uno que le debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, mandó el señor que fuese vendido él, su mujer y sus hijos y todo cuanto tenía, y saldar la deuda. Entonces el siervo, cayendo de hinojos, dijo: Señor, dame espera y te lo pagaré todo. Compadecido el señor del siervo aquel, le despidió, condonándole la deuda. En saliendo de allí, aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros que le debía cien denarios, y, agarrándole, intentaba ahogarlo al tiempo que le decía: Paga lo que debes. De hinojos le suplicaba su compañero, diciendo: Concédeme un plazo y te pagaré. Pero él se negó, y le hizo encerrar en la prisión hasta que pagara la deuda.

4-278-333 “Sacerdotes”
18, 31-35

Viendo esto sus compañeros, les desagradó mucho y fueron a contar a su señor todo lo que pasaba. Entonces le hizo llamar el señor y le dijo: Mal siervo, te condoné yo toda tu deuda porque me lo suplicaste. ¿No convenía, pues, que tuvieras tú piedad de tu compañero, como la tuve yo de ti? E irritado, le entregó a los torturadores hasta que pagase toda la deuda. Así hará con vosotros mi Padre celestial si no perdonare cada uno a su hermano de todo corazón.

4-278-333 “Sacerdotes”
19,1-9 La cuestión del divorcio
19,1-2

Acabados estos discursos, se alejó Jesús de Galilea y vino a los confines de Judea, al otro lado del Jordán. Le siguió una numerosa muchedumbre, y allí los curaba.

19,3-7

Se le acercaron unos fariseos con propósito de tentarle, y le preguntaron: ¿Es lícito repudiar a la mujer por cualquier causa? Él respondió: ¿No habéis leído que al principio el Creador los hizo varón y hembra? Y dijo: «Por esto dejará el hombre al padre y a la madre y se unirá a la mujer, y serán los dos una sola carne». * De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Por tanto, lo que Dios unió no lo separe el hombre. Los fariseos le replicaron: Entonces, por qué Moisés ordenó que se firme un acta de repudio cuando haya divorcio? *

5-357-383 “Familia/Matr.”
19,8-8

Díjoles Él: Por la dureza de vuestro corazón os permitió Moisés repudiar a vuestras mujeres, pero al principio no fue así.

5-357-383 “Familia/Matr.”
19,9-9

Y yo os digo que quien repudia a su mujer, salvo caso de adulterio, y se casare con otra, ese tal comete adulterio.

5-357-383 “Familia/Matr.”
19,10-12 La guarda de la continencia
19,10-12

Los discípulos le dijeron: Si tal es la condición del hombre con la mujer, no conviene casarse. Él les contestó: No todos entienden esto, sino aquellos a quienes ha sido dado este don. Porque hay eunucos que nacieron así del vientre de su madre, y hay eunucos que fueron hechos por los hombres, y hay eunucos que a sí mismos se han hecho tales por amor del Reino de los cielos. El que pueda entender, que entienda.

5-357-383 “Familia/Matr.”
19,13-15 Dejad que los niños se acerquen a mí
19,13-15

Entonces le fueron presentados unos niños para que les impusiera las manos y orase; y como los reprendieran los discípulos, díjoles Jesús: Dejad a los niños y no les impidáis acercarse a mí, porque de los tales es el Reino de los cielos. Y, habiéndoles impuesto las manos, se fue de allí.

6-378-121 “Dios/Reino”
19,16-26 Encuentro con el joven rico
19,16-22

Acercósele uno y le dijo: Maestro, ¿qué obra buena he de realizar para alcanzar la vida eterna? Él le dijo: ¿Por qué me preguntas sobre lo que es bueno? Uno solo es bueno: si quieres entrar en la Vida, guarda los mandamientos. Díjole él: ¿Cuáles? Jesús respondió: No matarás, no adulterarás, no hurtarás, no levantarás falso testimonio; honra a tu padre y a tu madre y ama al prójimo como a ti mismo. Díjole el joven: Todo esto lo he guardado. ¿Qué me queda aún? Díjole Jesús: Si quieres ser perfecto, ve, vende cuanto tienes, dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos, y ven y sígueme. Al oír esto el joven, se fue triste, porque tenía muchos bienes.

9-576-176 “Riqueza/Pobr.”
19,23-26

Y Jesús dijo a sus discípulos: En verdad os digo: ¡qué difícilmente entra un rico en el Reino de los cielos! De nuevo os digo: es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja que entre un rico en el Reino de los cielos. Oyendo esto, los discípulos se quedaron estupefactos y dijeron: ¿Quién, pues, podrá salvarse? Mirándolos, Jesús les dijo: Para los hombres, imposible, mas para Dios todo es posible.

9-576-176 “Riqueza/Pobr.”
19,27-30 Recompensa a quien todo renuncia por Cristo
19,27-30

Entonces, tomando Pedro la palabra, le dijo: Pues nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido, ¿qué tendremos? Jesús les dijo: En verdad os digo que vosotros, los que me habéis seguido, en la regeneración, cuando el Hijo del hombre se siente sobre el trono de su gloria, os sentaréis también vosotros sobre doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel. Y todo el que dejare hermanos o hermanas, o padre o madre, o hijos o campos, por amor de mi nombre, recibirá el céntuplo y heredará la vida eterna. Y muchos primeros serán los postreros, y los postreros, primeros.

9-576-176 “Riqueza/Pobr.”
20,1-16 Parábola: Los obreros contratados para la viña. Su remuneración
20,1-7

Porque el Reino de los cielos es semejante a un amo de casa que salió muy de mañana a contratar obreros para su viña. Convenido con ellos en un denario al día, los envió a su viña. Salió también a la hora de tercia y vio a otros que estaban ociosos en la plaza. Díjoles: Id también vosotros a mi viña y os daré lo justo. Y se fueron. De nuevo salió hacia la hora de sexta y de nona e hizo lo mismo, y saliendo cerca de la hora undécima, encontró a otros que estaban allí, y les dijo: ¿Cómo estáis aquí sin hacer labor en todo el día? Dijéronle ellos: Porque nadie nos ha contratado. Él les dijo: Id también vosotros a mi viña.

5-329-185 “Salv./Cond.”
20,8-16

Llegada la tarde, dijo el amo de la viña a su administrador: Llama a los obreros y dales su salario, desde los últimos hasta los primeros. Viniendo los de la hora undécima, recibieron un denario. Cuando llegaron los primeros, pensaron que recibirían más, pero también ellos recibieron un denario. Al tomarlo murmuraban contra el amo, diciendo: Estos postreros han trabajado sólo una hora y los has igualado con los que hemos soportado el peso del día y el calor. Y él respondió a uno de ellos, diciéndole: Amigo, no te hago agravio; ¿no has convenido conmigo en un denario? Toma lo tuyo y vete. Yo quiero dar a este postrero lo mismo que a ti. ¿No puedo hacer lo que quiero de mis bienes? ¿O has de ver con mal ojo que yo sea bueno? Así sucederá: los postreros serán los primeros, y los primeros, postreros. Porque son muchos los llamados y pocos los escogidos.

5-329-185 “Salv./Cond.”
20,17-19 Tercer anuncio de la Pasión
20,17-19

Subiendo Jesús a Jerusalén, tomó aparte a los doce discípulos y les dijo por el camino: Mirad, subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los príncipes de los sacerdotes y a los escribas, que le condenarán a muerte, y le entregarán a los gentiles para que le escarnezcan, le azoten y le crucifiquen, pero al tercer día resucitará.

9-577-179 “Jesús Red.”
20,20-28 Petición de la madre de los hijos de Zebedeo
20,20-23

Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, postrándose para pedirle algo. Díjole Él: ¿Qué quieres? Ella le contestó: Di que estos dos hijos míos se sienten uno a tu derecha y otro a tu izquierda en tu Reino. Respondiendo Jesús, les dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo tengo que beber? Dijéronle: Podemos. Él les respondió: Beberéis mi cáliz, pero sentarse a mi diestra o a mi siniestra no me toca a mí otorgarlo; es para aquellos para quienes está dispuesto por mi Padre.

9-577-186
9-577-188
“Iglesia”
“Palabra de D.”
20,24-28

Oyendo esto, los diez se enojaron contra los dos hermanos. Pero Jesús, llamándolos a sí, les dijo: Vosotros sabéis que los príncipes de las naciones las subyugan y que los grandes imperan sobre ellas. No ha de ser así entre vosotros; al contrario, el que entre vosotros quiera llegar a ser grande, sea vuestro servidor, y el que entre vosotros quiera ser el primero, sea vuestro siervo, así como el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos.

9-577-186 “Iglesia”
20,29-34 Curación de dos ciegos, a la salida de Jericó
20,29-34

Al salir de Jericó les seguía una muchedumbre numerosa. Dos ciegos que estaban sentados junto al camino oyeron que pasaba Jesús y comenzaron a gritar, diciendo: ¡Señor, ten piedad de nosotros, Hijo de David! La multitud los reprendía para hacerles callar, pero ellos gritaban con más fuerza, diciendo: ¡Señor, ten piedad de nosotros, Hijo de David! Se paró Jesús, y llamándolos, les dijo: ¿Qué queréis que os haga? Dijéronle: Señor, que se abran nuestros ojos. Compadecido Jesús, tocó sus ojos, y al instante recobraron la vista, y seguían en pos de Él.

9-580-204 “Fe”
21,1-6 Preparativos para la entrada triunfal en Jerusalén
21,1-6

Cuando, próximos ya a Jerusalén, llegaron a Betfagé, junto al monte de los Olivos, envió Jesús a dos discípulos, diciéndoles: Id a la aldea que está enfrente, y luego encontraréis una borrica atada, y con ella el pollino; soltadlos y traédmelos, y si algo os dijeren, diréis: El Señor los necesita, y al instante los dejarán. Esto sucedió para que se cumpliera lo dicho por el profeta: «Decid a la hija de Sión: He aquí que tu rey viene a ti, manso y montado sobre un asno, sobre un pollino hijo de una bestia de carga». * Fueron los discípulos e hicieron como les había mandado Jesús.

9-590-291 “Jesús Red.”
21,7-11 Entrada triunfal en Jerusalén
21,7-11

Y trajeron la borrica y el pollino, y pusieron sobre ellos los mantos, y encima de ellos montó Jesús. Los más de entre la turba desplegaban sus mantos por el camino, mientras que otros, cortando ramos de árboles, los extendían por la calzada. La multitud que le precedía y la que le seguía gritaba, diciendo: «¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene, en nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!». * Y cuando entró en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió y decía: ¿Quién es éste? Y la muchedumbre respondía: Éste es Jesús el profeta, el de Nazaret de Galilea.

9-590-297 “Jesús Red.”
21,12-14 Expulsión de los vendedores del templo
21,12-14 Entró Jesús en el templo de Dios y arrojó de allí a cuantos vendían y compraban en él, y derribó las mesas de los cambistas y los asientos de los vendedores de palomas, diciéndoles: Escrito está: «Mi casa será llamada casa de oración», * pero vosotros la habéis convertido en cueva de ladrones. * Llegáronse a Él ciegos y cojos en el templo y los sanó. 9-590-297 “Jesús Red.”
21,15-17 En el templo, niños cantan alabanzas de Jesús
21,15-17 Viendo los príncipes de los sacerdotes y los escribas las maravillas que hacía y a los niños que gritaban en el templo y decían: ¡Hosanna al Hijo de David!, se indignaron y le dijeron: ¿Oyes lo que éstos dicen? Respondióles Jesús: Sí. ¿No habéis leído jamás: «De la boca de los niños y de los que maman has hecho brotar la alabanza»? * Y dejándolos, salió de la ciudad en dirección a Betania, donde pasó la noche. 9-590-297 “Jesús Red.”
21,18-22 Maldición a la higuera estéril
21,18-19

Volviendo a la ciudad muy de mañana, sintió hambre, y, viendo una higuera cerca del camino, se fue a ella; pero no halló en ella más que hojas, y dijo: Que jamás nazca fruto de ti. Y la higuera se secó al instante.

9-592-319 “Jesús Red.”
21,20-22

Viendo esto los discípulos, se maravillaron y dijeron: ¡Cómo de repente se ha secado la higuera! Respondióles Jesús: En verdad os digo que, si tuviereis fe y no dudareis, no sólo haréis lo de la higuera, sino que si dijereis a este monte: «Quítate y échate en el mar», se haría, y todo cuanto con fe pidiereis en la oración lo recibiríais.

9-594-330 “Jesús Red.”
21,23-27 Origen del poder de Jesús y del bautismo de Juan
21,23-27

Entrando en el templo, se le acercaron los príncipes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo mientras enseñaba, diciendo: ¿Con qué poder haces tales cosas? ¿Quién te ha dado tal poder? Respondió Jesús y les dijo: Voy a haceros también yo una pregunta, y si me contestáis, os diré con qué poder hago tales cosas. El bautismo de Juan, ¿de dónde procedía? ¿Del cielo o de los hombres? Ellos comenzaron a pensar entre sí: Si decimos que del cielo, nos dirá: ¿Pues por qué no habéis creído en él? Si decimos que de los hombres, tememos a la muchedumbre, pues todos tienen a Juan por profeta. Y respondieron a Jesús: No sabemos. Díjoles Él a su vez: Pues tampoco os digo yo con qué poder hago estas cosas.

9-592-320 “Jesús Red.”
21,28-32 Parábola de los dos hijos
21,28-32

¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y llegándose al mayor, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en la viña. Él respondió: No quiero. Pero después se arrepintió y fue. Y llegándose al segundo, le habló del mismo modo, y él respondió: Voy, señor; pero no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre? Respondiéronle: El primero. Díceles Jesús: En verdad os digo que los publicanos y las meretrices os preceden en el Reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros por el camino de la justicia, y no habéis creído en él, mientras que los publicanos y las meretrices creyeron en él. Pero vosotros, aun viendo esto, no os habéis al fin arrepentido, creyendo en él.

6-407-289 “Dios/Reino”
21,33-46 Parábola de los viñadores asesinos
21,33-39

Oíd otra parábola: Un padre de familia plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó en ella un lagar, edificó una torre y la arrendó a unos viñadores, partiéndose luego a tierras lejanas. Cuando se acercaba el tiempo de los frutos, envió a sus criados a los viñadores para recibir su parte. Pero los agricultores, agarrando a los siervos, a uno le golpearon, a otro le mataron y a otro le apedrearon. De nuevo les envió a otros siervos en mayor número que los primeros, e hicieron con ellos lo mismo. Finalmente les envió a su hijo, diciendo: Respetarán a mi hijo. Pero los agricultores, cuando vieron al hijo, se dijeron: Es el heredero; vamos a matarle, y tendremos su herencia. Y, agarrándole, le sacaron fuera de la viña y le mataron.

9-592-320 “Jesús Red.”
21,40-46

Cuando venga, pues, el amo de la viña, ¿qué hará con estos viñadores? Le respondieron: Hará perecer de mala muerte a los malvados y arrendará la viña a otros viñadores que le entreguen los frutos a su tiempo. Jesús les respondió: ¿No habéis leído alguna vez en las Escrituras: «La piedra que los edificadores habían rechazado, ésa fue hecha cabeza de esquina: del Señor viene esto, y es admirable a nuestros ojos»? * Por eso os digo que os será quitado el Reino de Dios y será entregado a un pueblo que rinda sus frutos. Y el que cayere sobre esta piedra se hará trizas, y aquel sobre quien cayere será triturado. Oyendo los jefes de los sacerdotes y los fariseos sus parábolas, entendieron que de ellos hablaba, y, queriendo apoderarse de Él, temieron a la muchedumbre, que le tenía por profeta.

9-592-320 “Jesús Red.”
22,1-14 Parábola de los invitados a las bodas. Riquezas: impiden la entrada al Reino
22,1-10

Tomó Jesús de nuevo la palabra y les habló en parábolas, diciendo: El Reino de los cielos es semejante a un rey que preparó el banquete de bodas a su hijo. Envió a sus criados a llamar a los invitados a las bodas, pero éstos no quisieron venir. De nuevo envió a otros siervos, ordenándoles: Decid a los invitados: Mi comida está preparada; los becerros y cebones, muertos; todo está pronto; venid a las bodas. Pero ellos, desdeñosos, se fueron, quién a su campo, quién a su negocio. Otros, agarrando a los siervos, los ultrajaron y les dieron muerte. El rey, montando en cólera, envió sus ejércitos, hizo matar a aquellos asesinos y dio su ciudad a las llamas. Después dijo a sus siervos: El banquete está dispuesto, pero los invitados no eran dignos. Id, pues, a las salidas de los caminos, y a cuantos encontréis llamadlos a las bodas. Salieron a los caminos los siervos y reunieron a cuantos encontraron, malos y buenos, y la sala de bodas quedó llena de convidados.

3-206-307 “Riqueza/Pobr.”
22,11-14

Entrando el rey para ver a los que estaban a la mesa, vio allí a un hombre que no llevaba traje de boda, y le dijo: Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin el vestido de boda? Él enmudeció. Entonces el rey dijo a sus ministros: Atadle de pies y manos y arrojadle a las tinieblas exteriores; allí habrá llanto y crujir de dientes. Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos.

3-206-307 “Riqueza/Pobr.”
22,15-22 Tributo al César
22,15-22

Entonces se retiraron los fariseos y celebraron consejo para ver el modo de sorprenderlo en alguna declaración. Le enviaron discípulos suyos con herodianos para decirle: Maestro, sabemos que eres sincero y que con verdad enseñas el camino de Dios, sin darte cuidado de nadie, y que no tienes acepción de personas. Dinos, pues, tu parecer: ¿Es lícito pagar tributo al César o no? Jesús, conociendo su malicia, dijo: ¿Por qué me tentáis, hipócritas? Mostradme la moneda del tributo. Ellos le presentaron un denario. Él les preguntó: ¿De quién es esa imagen y esa inscripción? Le contestaron: Del César. Díjoles entonces: Pues dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Y al oírle se quedaron maravillados, y dejándole, se fueron.

9-594-332 “Jesús Red.”
22,23-33 Saduceos y la resurrección de los muertos
22,23-30

Aquel día se acercaron a Él saduceos, que niegan la resurrección, y le interrogaron: Maestro, Moisés dice: «Si uno muere sin tener hijos, el hermano tomará su mujer para dar descendencia a su hermano». * Pues había entre nosotros siete hermanos; y casado el primero, murió sin descendencia y dejó la mujer a su hermano; igualmente el segundo y el tercero, hasta los siete. Después de todos murió la mujer. Pues en la resurrección, ¿de cuál de los siete será la mujer?, porque los siete la tuvieron. Y respondiendo Jesús, les dijo: Estáis en un error y ni conocéis las Escrituras ni el poder de Dios. Porque en la resurrección ni se casarán ni se darán en casamiento, sino que serán como ángeles en el cielo.

9-594-332 “Muerte/Res.”
22,31-33

Y en cuanto a la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído lo que Dios ha dicho: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? * Dios no es Dios de muertos, sino de vivos. Y la muchedumbre, oyéndole, se maravillaba de su doctrina.

9-594-332 “Muerte/Res.”
22,34-40 El mandamiento principal de la Ley
22,34-40

Los fariseos, oyendo que había hecho enmudecer a los saduceos, se juntaron en torno de Él, y le preguntó uno de ellos, doctor, tentándole: Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley? Él le dijo: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. * Éste es el más grande y el primer mandamiento. El segundo, semejante a éste, es: Amarás al prójimo como a ti mismo. * De estos dos preceptos penden toda la Ley y los Profetas.

9-596-339 “Dios/Reino”
22,41-46 La cuestión del origen del Mesías
22,41-46

Reunidos los fariseos, les preguntó Jesús: ¿Qué os parece de Cristo? ¿De quién es hijo? Dijéronle ellos: De David. Les replicó: Pues ¿cómo David, inspirado por Dios, le llama a Cristo su Señor, diciendo: «Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra mientras pongo a tus enemigos bajo tus pies»? * Si, pues, David le llama Señor, ¿cómo es hijo suyo? Nadie podía responderle palabra, ni se atrevió nadie desde entonces a preguntarle más.

9-596-339 “Dios/Reino”
23,1-12 Escribas y fariseos, puestos al desnudo
23,1-7

Entonces Jesús habló a las muchedumbres y a sus discípulos, diciendo: En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced, pues, y guardad lo que os digan, pero no los imitéis en las obras, porque ellos dicen y no hacen. Atan pesadas cargas y las ponen sobre las espaldas de los hombres, pero ellos ni con un dedo hacen por moverlas. Todas sus obras las hacen para ser vistos de los hombres. Ensanchan sus filacterias y alargan los flecos; gustan de los primeros asientos en los banquetes, y de las primeras sillas en las sinagogas, y de los saludos en las plazas, y de ser llamados por los hombres rabí.

9-596-345 “Jesús Red.”
23,8-12

Pero vosotros no os hagáis llamar rabí, porque uno solo es vuestro Maestro, y todos vosotros sois hermanos. Ni llaméis padre a nadie sobre la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el que está en los cielos. Ni os hagáis llamar doctores, porque uno solo es vuestro Doctor, el Mesías. El más grande de vosotros sea vuestro servidor. El que se ensalzare será humillado, y el que se humillare será ensalzado.

9-596-345 “Jesús Red.”
23,13-33 Recriminaciones a los fariseos y escribas
23,13-13

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas, que cerráis a los hombres el Reino de los cielos! Ni entráis vosotros ni permitís entrar a los que querrían entrar!

9-596-345 “Jesús Red.”
23,14-15

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas, que recorréis mar y tierra para hacer un solo prosélito y luego de hecho le hacéis hijo de la gehena dos veces más que vosotros!

9-596-345 “Jesús Red.”
23,16-22

¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: Si uno jura por el templo, eso no es nada; pero si jura por el oro del templo, queda obligado! ¡Insensatos y ciegos! ¿Qué vale más, el oro o el templo que santifica el oro? Y si alguno jura por el altar, eso no es nada; pero si jura por la ofrenda que está sobre él, ése queda obligado. Ciegos, ¿qué es más, la ofrenda o el altar que santifica la ofrenda? Pues el que jura por el altar, jura por él y por lo que está encima de él. Y el que jura por el templo, jura por él y por quien lo habita. Y el que jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por el que en él se sienta.

9-596-345 “Jesús Red.”
23,23-24

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas, que diezmáis la menta, el anís y el comino, y dejáis lo más grave de la Ley: la justicia, la misericordia y la lealtad! Bien sería hacer aquello, pero sin omitir esto. Guías ciegos, que coláis un mosquito y os tragáis un camello.

9-596-345 “Jesús Red.”
23,25-26

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas, que limpiáis por defuera la copa y el plato, que por dentro están llenos de rapiñas y codicias! Fariseo ciego, limpia primero por dentro la copa, para que también su exterior quede limpio.

9-596-345 “Jesús Red.”
23,27-28

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas, que os parecéis a sepulcros encalados, hermosos por fuera, mas por dentro llenos de huesos de muertos y de toda suerte de inmundicia! Así también vosotros por fuera parecéis justos a los hombres, mas por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad.

9-596-345 “Jesús Red.”
23,29-33

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas, que edificáis sepulcros a los profetas y adornáis los monumentos de los justos, y decís: Si hubiéramos vivido nosotros en tiempo de nuestros padres, no hubiéramos sido cómplices suyos en la sangre de los profetas! Ya con esto os dais por hijos de los que mataron a los profetas. Colmad, pues, la medida de vuestros padres. Serpientes, raza de víboras, ¿cómo escaparéis al juicio de la gehena?

9-596-345 “Jesús Red.”
23,34-39 El juicio divino a esta generación. Apóstrofe sobre Jerusalén
23,34-36

Por esto os envío yo profetas, sabios y escribas, y a unos los mataréis y los crucificaréis, a otros los azotaréis en vuestras sinagogas y los perseguiréis de ciudad en ciudad, para que caiga sobre vosotros toda la sangre inocente derramada sobre la tierra, desde la sangre del justo Abel hasta la sangre de Zacarías, hijo de Baraquías, a quien matasteis entre el templo y el altar. En verdad os digo que todo esto vendrá sobre esta generación.

9-596-345 “Jesús Red.”
23,37-39

¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos a la manera que la gallina reúne a sus pollos bajo las alas, y no quisiste! Vuestra casa quedará desierta, porque en verdad os digo que no me veréis más hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor. *

9-596-345 “Jesús Red.”
24,1-51 Destrucción de Jerusalén y Fin de mundo

Destrucción del templo

24,1-2

Saliendo Jesús del templo, se le acercaron sus discípulos y le mostraban las construcciones del templo. Él les dijo: ¿No veis todo esto? En verdad os digo que no quedará aquí piedra sobre piedra que no sea demolida.

9-596-367 “Fin Mundo”
24,3-3

Y, sentándose en el monte de los Olivos, se llegaron a Él aparte los discípulos, diciendo: Dinos cuándo será todo esto y cuál la señal de tu venida y de la consumación del mundo.

9-596-367 “Fin Mundo”

Tiempos de angustia

24,4-8

Jesús les respondió: Cuidad que nadie os engañe, porque vendrán muchos en mi nombre y dirán: Yo soy el Mesías, y engañarán a muchos. Oiréis hablar de guerras y rumores de guerras; pero no os turbéis, que es preciso que esto suceda, mas no es aún el fin. Se levantará nación contra nación y reino contra reino, y habrá hambres y terremotos en diversos lugares; pero todo esto es el comienzo de los dolores.

9-596-367 “Fin Mundo”

Persecución contra el Evangelio

24,9-14

Entonces os entregarán a los tormentos y os matarán, y seréis aborrecidos de todos los pueblos a causa de mi nombre. Entonces se escandalizarán muchos y unos a otros se harán traición y se aborrecerán; y se levantarán muchos falsos profetas que engañarán a muchos, y, por el exceso de la maldad, se enfriará la caridad de muchos; mas el que perseverare hasta el fin será salvo. Será predicado este Evangelio del Reino en todo el mundo, como testimonio para todas las naciones, y entonces vendrá el fin.

9-596-367 “Fin Mundo”

Desolación de Judea

24,15-20

Cuando viereis, pues, la abominable desolación predicha por el profeta Daniel * en el lugar santo (el que leyere entienda), entonces los que estén en Judea huyan a los montes; el que esté en el terrado no baje a tomar nada de su casa y el que esté en el campo no vuelva atrás en busca del manto. ¡Ay de las que estén encintas y de las que tengan niños de pecho en aquellos días! Orad para que vuestra huida no tenga lugar en invierno ni en sábado.

9-596-367 “Fin Mundo”

Tribulación suprema

24,21-28

Porque habrá entonces una tan gran tribulación cual no la hubo desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá, y, si no se acortasen aquellos días, nadie se salvaría; mas por amor de los elegidos se acortarán los días aquellos. Entonces, si alguno dijere: Aquí está el Mesías, no le creáis, porque se levantarán falsos mesías y falsos profetas, y obrarán grandes señales y prodigios para inducir a error, si posible fuera, aun a los mismos elegidos. Mirad que os lo digo de antemano. Si os dicen, pues: Aquí está, en el desierto, no salgáis; aquí está, en un escondite, no lo creáis, porque como el relámpago que sale del oriente y brilla hasta el occidente, así será la venida del Hijo del hombre. Donde está el cadáver, allí se reúnen los buitres.

9-596-367 “Fin Mundo”

La venida del Hijo del hombre

24,29-31

Luego, en seguida, después de la tribulación de aquellos días, se oscurecerá el sol, y la luna no dará su luz, y las estrellas caerán del cielo, y los poderes del cielo se conmoverán. Entonces aparecerá el estandarte del Hijo del hombre en el cielo, y se lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con poder y majestad grande. Y enviará sus ángeles con resonante trompeta y reunirá de los cuatro vientos a sus elegidos, desde un extremo del cielo hasta el otro.

9-596-367 “Fin Mundo”

Parábola de la higuera

24,32-35

Aprended la parábola de la higuera: cuando sus ramos están tiernos y brotan las hojas, conocéis que el estío se acerca; así vosotros también, cuando veáis todo esto, entended que está próximo, a las puertas. En verdad os digo que no pasará esta generación antes que todo esto suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.

9-596-367 “Fin Mundo”

Incertidumbre del día del juicio

24,36-41

De aquel día y de aquella hora nadie sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sino sólo el Padre. Porque como en los días de Noé, así será la aparición del Hijo del hombre. En los días que precedieron al diluvio, comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que entró Noé en el arca; y no se dieron cuenta hasta que vino el diluvio y los arrebató a todos. Así será la venida del Hijo del hombre. Entonces estarán dos en el campo, uno será tomado y otro será dejado. Dos estarán juntas moliendo, una será tomada y otra será dejada.

9-596-367 “Fin Mundo”

Necesidad de velar

24,42-44

Velad, pues, porque no sabéis cuándo llegará vuestro Señor. Pensad bien que si el padre de familia supiera en qué vigilia vendría el ladrón, velaría y no permitiría el asalto de su casa. Por eso, vosotros debéis estar preparados porque a la hora que menos penséis, vendrá el Hijo del hombre.

9-596-367 “Fin Mundo”
24,45-51

¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, a quien su señor ha puesto al cuidado de su familia para repartirles el alimento a su debido tiempo? Dichoso el siervo aquel a quien, al venir su amo, hallare que hace así. En verdad os digo que le pondrá sobre toda su hacienda. Pero si el mal siervo dijera para sus adentros: Mi amo tardará, y comenzare a golpear a sus compañeros y a comer y beber con borrachos, vendrá el amo de este siervo el día que menos lo espera y a hora que no sabe, y le separará y le asignará su suerte con los hipócritas; allí habrá llanto y crujir de dientes.

9-596-367 “Fin Mundo”
25,1-13                     Parábola de las diez vírgenes
25,1-9

Entonces el Reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que, tomando sus lámparas, salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco prudentes; las necias, al tomar las lámparas, no tomaron consigo aceite, mientras que las prudentes tomaron aceite en las botellas juntamente con sus lámparas. Como el esposo tardaba, se adormilaron todas y se durmieron. A la media noche se oyó un clamoreo: Ahí está el esposo, salid a su encuentro. Se despertaron entonces todas las vírgenes y se pusieron a preparar sus lámparas. Las necias dijeron a las prudentes: Dadnos aceite del vuestro, porque se nos apagan las lámparas. Pero las prudentes respondieron: No, porque podría ser que no bastase para nosotras y vosotras; id más bien a la tienda y compradlo.

3-206-302 “Salv./Cond.”
25,10-13

Pero mientras fueron a comprarlo llegó el esposo, y las que estaban prontas entraron con él a las bodas y se cerró la puerta. Llegaron más tarde las otras vírgenes, diciendo: Señor, señor, ábrenos. Pero él respondió: En verdad os digo que no os conozco. Velad, pues que no sabéis el día ni la hora.

3-206-302 “Salv./Cond.”
25,14-30                         Parábola de los talentos
25,14-18

El Reino de los cielos es como uno que al emprender un viaje llama a sus siervos y les entrega su hacienda, dando a uno cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad, y se va. Luego, el que había recibido cinco talentos se fue y negoció con ellos y ganó otros cinco. Asimismo el de los dos ganó otros dos. Pero el que había recibido uno se fue, hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su amo.

4-281-347 “Sacerdotes”
25,19-30

Pasado mucho tiempo, vuelve el amo de aquellos siervos y les toma cuentas, y, llegando el que había recibido los cinco talentos, presentó otros cinco, diciendo: Señor, tú me has dado cinco talentos; mira, pues, otros cinco que he ganado. Y su amo le dice: Muy bien, siervo bueno y fiel; has sido fiel en lo poco, te constituiré sobre lo mucho; entra en el gozo de tu señor. Llegó el de los dos talentos y dijo: Señor, dos talentos me has dado; mira otros dos que he ganado. Díjole su amo: Muy bien, siervo bueno y fiel; has sido fiel en lo poco, te constituiré sobre lo mucho; entra en el gozo de tu señor. Se acercó también el que había recibido un solo talento y dijo: Señor, tuve cuenta que eres hombre duro, que quieres cosechar donde no sembraste y recoger donde no esparciste, y, temiendo, me fui y escondí tu talento en la tierra; aquí lo tienes. Respondióle su amo: Siervo malo y haragán; ¿con que sabías que yo quiero cosechar donde no sembré y recoger donde no esparcí? Debías, pues, haber entregado mi denario a los banqueros, para que a mi vuelta recibiese lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez, porque al que tiene se le dará y abundará; pero a quien no tiene, aun lo que tiene se le quitará, y a ese siervo inútil echadle a las tinieblas exteriores; allí habrá llanto y crujir de dientes.

4-281-347 “Sacerdotes”
25,31-46                                 El juicio final
25,31-33

Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria y todos los ángeles con Él, se sentará sobre su trono de gloria, y se reunirán en su presencia todas las gentes, y separará a unos de otros, como el pastor separa a las ovejas de los cabritos, y pondrá las ovejas a su derecha y los cabritos a su izquierda.

9-596-367 “Fin Mundo”
25,34-40

Entonces dirá el Rey a los que están a su derecha: Venid, benditos de mi Padre, tomad posesión del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; peregriné, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; preso, y vinisteis a verme. Y le responderán los justos: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos peregrino y te acogimos, desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte? Y el Rey les dirá: En verdad os digo que cuantas veces hicisteis eso a uno de estos mis hermanos menores, a mí me lo hicisteis.

9-596-367 “Fin Mundo”
25,41-46

Y dirá a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno, preparado para el diablo y para sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; fui peregrino, y no me alojasteis; estuve desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis. Entonces ellos responderán: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, o sediento, o peregrino, o enfermo, o en prisión, y no te socorrimos? Él les contestará: En verdad os digo que cuando dejasteis de hacer eso con uno de estos pequeñuelos, conmigo dejasteis de hacerlo. E irán al suplicio eterno, y los justos a la vida eterna.

9-596-367 “Fin Mundo”
26,1-5 La conspiración de los judíos
26,1-4

Cuando Jesús hubo terminado estos discursos, dijo a sus discípulos: Sabéis que dentro de dos días es la Pascua y el Hijo del hombre será entregado para que le crucifiquen. Se reunieron por entonces los príncipes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo en el palacio del pontífice, llamado Caifás, y tomaron consejo entre sí sobre el modo de apoderarse de Jesús con engaño para darle muerte.

(9-593-325)


9-588-277

(“Jesús Red.”)


“Jesús Red.”

26,5-5

Pero se decían: Que no sea durante la fiesta, no vaya a alborotarse el pueblo.

9-588-277 “Jesús Red.”
26,6-13 La unción de Jesús en la cena de Betania
26,6-13

Hallándose Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, se llegó a Él una mujer con un frasco de alabastro lleno de costoso ungüento y lo derramó sobre su cabeza mientras estaba recostado a la mesa. Al verlo, se enojaron los discípulos y dijeron: ¿A qué este derroche? Podría haberse vendido a gran precio y darlo a los pobres. Dándose Jesús cuenta de esto, les dijo: ¿Por qué molestáis a esta mujer? Obra buena es la que conmigo ha hecho. Porque pobres, en todo tiempo los tendréis con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis. Derramando este ungüento sobre mi cuerpo, me ha ungido para mi sepultura. En verdad os digo, dondequiera que sea predicado este Evangelio en todo el mundo, se hablará también de lo que ha hecho ésta para memoria suya.

9-586-259 “Jesús Red.”
26,14-16 Judas Iscariote con los príncipes de los sacerdotes
26,14-16

Entonces se fue uno de los doce, llamado Judas Iscariote, a los príncipes de los sacerdotes y les dijo: ¿Qué me queréis dar y os lo entrego? Se convinieron en treinta piezas de plata, y desde entonces buscaba ocasión para entregarle.

9-588-277 “Jesús Red.”
26,17-19 Preparativos de la Última Cena
26,17-19

El día primero de los Ácimos se acercaron los discípulos a Jesús y le dijeron: ¿Dónde quieres que preparemos para comer la Pascua? Él les dijo: Id a la ciudad a casa de Fulano y decidle: El Maestro dice: Mi tiempo está próximo; quiero celebrar en tu casa la Pascua con mis discípulos. Y los discípulos hicieron como Jesús les ordenó y prepararon la Pascua.

9-598-382 “Jesús Red.”
26,20-29 La Última Cena

Anuncio de la traición

26,20-25

Llegada la tarde, se puso a la mesa con los doce discípulos, y mientras comían dijo: En verdad os digo que uno de vosotros me entregará. Muy entristecidos, comenzaron a decirle cada uno: ¿Soy acaso yo, Señor? Él respondió: El que conmigo mete la mano en el plato, ése me entregará. El Hijo del hombre se va, según está escrito de Él; pero ¡ay del hombre por quien el Hijo del hombre será entregado!; mejor le fuera a ése no haber nacido. Tomó la palabra Judas, el que iba a entregarle, y dijo: ¿Soy acaso yo, Rabí? Y Él respondió: Tú lo has dicho.

9-600-399
9-600-403
“Jesús Red.”
“Eucaristía”

Institución de la Eucaristía

26,26-29

Mientras comían, Jesús tomó pan, lo bendijo, lo partió y, dándoselo a los discípulos, dijo: Tomad y comed, éste es mi cuerpo. Y tomando un cáliz y dando gracias, se lo dio, diciendo: Bebed de él todos, que ésta es mi sangre, la sangre de la Alianza, que será derramada por muchos para perdón de los pecados. Yo os digo que no beberé más de este fruto de la vid hasta el día en que lo beba con vosotros de nuevo en el Reino de mi Padre.

9-600-399
9-600-403
“Jesús Red.”
“Eucaristía”
26,30-35 Predicción sobre la conducta de los discípulos
26,30-35

Y dichos los himnos, salieron camino del monte de los Olivos. Entonces les dijo Jesús: Todos vosotros os escandalizaréis de mí esta noche, porque escrito está: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas de la manada. * Pero después de resucitado os precederé a Galilea. Tomó Pedro la palabra y le dijo: Aunque todos se escandalicen de ti, yo jamás me escandalizaré. Respondióle Jesús: En verdad te digo que esta misma noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces. Díjole Pedro: Aunque tenga que morir contigo, no te negaré. Y lo mismo decían todos los discípulos.

9-600-399 “Jesús Red.”
(26-27) PASIÓN-MUERTE DE JESUCRISTO
26,36-46 La oración en el Getsemaní
26,36-39

Entonces vino Jesús con ellos a un lugar llamado Getsemaní y les dijo: Sentaos aquí mientras yo voy a orar. Y tomando a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y angustiarse. Entonces les dijo: Triste está mi alma hasta la muerte; quedaos aquí y velad conmigo. Y adelantándose un poco, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí este cáliz; sin embargo, no se haga como yo quiero, sino como quieres tú.

9-602-433 “Jesús Red.”
26,40-42

Y viniendo a los discípulos, los encontró dormidos, y dijo a Pedro: ¿De modo que no habéis podido velar conmigo una hora? Velad y orad para que no accedáis a la tentación; el espíritu está pronto, pero la carne es flaca. De nuevo, por segunda vez, fue a orar, diciendo: Padre mío, si esto no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad.

9-602-433 “Jesús Red.”
26,43-46

Y volviendo otra vez, los encontró dormidos; tenían los ojos cargados. Dejándolos, de nuevo se fue a orar por tercera vez, diciendo aún las mismas palabras. Luego vino a los discípulos y les dijo: Dormid ya y descansad, que ya se acerca la hora y el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. Levantaos, vamos; ya llega el que va a entregarme.

9-602-433 “Jesús Red.”
26,47-56 Prendimiento de Jesús
26,47-50

Aún estaba hablando, cuando llegó Judas, uno de los doce, y con él una gran turba, armada de espadas y garrotes, enviada por los príncipes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo. El que iba a entregarle les dio una señal, diciendo: Aquel a quien yo besare, ése es; prendedle. Y al instante, acercándose a Jesús, dijo: Salve, Rabí. Y le besó. Jesús le dijo: Amigo, ¿a qué vienes? Entonces se adelantaron y echaron las manos sobre Jesús, apoderándose de Él.

9-602-433 “Jesús Red.”
26,51-54

Uno de los que estaban con Jesús extendió la mano, y sacando la espada, hirió a un siervo del pontífice, cortándole una oreja. Entonces Jesús le dijo: Vuelve tu espada a su lugar, pues quien toma la espada, a espada morirá. ¿O crees que no puedo rogar a mi Padre, quien pondría a mi disposición al punto más de doce legiones de ángeles? ¿Cómo van a cumplirse las Escrituras de que así conviene que sea?

9-602-433 “Jesús Red.”
26,55-56

Entonces dijo Jesús a la turba: ¿Como a ladrón habéis salido con espadas y garrotes a prenderme? Todos los días me sentaba en el templo para enseñar, y no me prendisteis. Pero todo esto sucedió para que se cumpliesen las Escrituras de los profetas. Entonces todos los discípulos le abandonaron y huyeron.

9-602-433 “Jesús Red.”
26,57-68 Procesado ante el sanedrín
26,57-58

Los que prendieron a Jesús le llevaron a casa de Caifás, el pontífice, donde los escribas y los ancianos se habían reunido. Pedro le siguió de lejos hasta el atrio del pontífice, y, entrando dentro, se sentó con los criados para ver el desenlace.

10-604-2 “Jesús Red.”
26,59-62

Los príncipes de los sacerdotes y todo el sanedrín buscaban falsos testimonios contra Jesús para condenarle a muerte, pero no los hallaban, aunque se habían presentado muchos falsos testigos. Al fin presentaron dos, que dijeron: Éste ha dicho: Yo puedo destruir el templo de Dios y en tres días reedificarlo. Levantándose el pontífice, le dijo: ¿Nada respondes? ¿Qué dices a lo que éstos testifican contra ti?

10-604-2 “Jesús Red.”
26,63-66

Pero Jesús callaba. Entonces, el pontífice le dijo: Te conjuro por Dios vivo a que me digas si eres tú el Mesías, el Hijo de Dios. Díjole Jesús: Tú lo has dicho. Y yo os digo que a partir de ahora veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y viniendo sobre las nubes del cielo. Entonces el pontífice rasgó sus vestiduras, diciendo: Ha blasfemado. ¿Qué necesidad tenemos de más testigos? Acabáis de oír la blasfemia. ¿Qué os parece? Ellos respondieron: Reo es de muerte.

10-604-2 “Jesús Red.”
26,67-68

Entonces comenzaron a escupirle en el rostro y a darle puñetazos, y otros le herían en la cara, diciendo: Profetízanos, Cristo, ¿quién es el que te hirió?

10-604-2 “Jesús Red.”
26,69-75 Las tres negaciones de Pedro
26,69-75

Entre tanto, Pedro estaba sentado fuera en el atrio; se le acercó una sierva diciendo: Tú también estabas con Jesús de Galilea. Él negó ante todos, diciendo: No sé lo que dices. Pero cuando salía hacia la puerta, le vio otra sierva y dijo a los circunstantes: Éste estaba con Jesús el Nazareno. Y de nuevo negó con juramento: No conozco a ese hombre. Poco después se llegaron a él los que allí estaban y le dijeron: Cierto que tú eres de los suyos, pues tu mismo hablar te descubre. Entonces comenzó él a maldecir y a jurar: ¡Yo no conozco a ese hombre! Y al instante cantó el gallo. Pedro se acordó de lo que Jesús le había dicho: Antes que cante el gallo me negarás tres veces; y saliendo fuera, lloró amargamente.

10-604-2 “Jesús Red.”
27,1-2 Jesús conducido al pretorio ante Pilatos
27,1-2

Llegada la mañana, todos los príncipes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo tuvieron consejo contra Jesús para quitarle la vida; y atado le llevaron y entregaron al gobernador Pilatos.

10-604-2 “Jesús Red.”
27,3-10 Muerte horrible de Judas
27,3-5

Viendo entonces Judas, el que le había entregado, cómo era condenado, se llenó de remordimientos y devolvió las treinta monedas de plata a los jefes de los sacerdotes y ancianos, diciendo: He pecado entregando sangre inocente. Dijeron ellos: ¿A nosotros qué? Tú verás. Y arrojando las monedas de plata en el templo, se retiró, fue y se ahorcó.

10-605-31 “Jesús Red.”
27,6-6

Los príncipes de los sacerdotes tomaron las monedas de plata y dijeron: No es lícito echarlas al tesoro, pues son precio de sangre.

10-639-363 “Iglesia”
27,7-10

Y, después de deliberar en consejo, compraron con ellas el campo del Alfarero para sepultura de peregrinos. Por eso aquel campo se llamó Campo de la Sangre hasta el día de hoy. Entonces se cumplió lo dicho por el profeta Jeremías: «Y tomaron treinta piezas de plata, el precio en que fue tasado aquel a quien pusieron precio los hijos de Israel, y las dieron por el campo del Alfarero, como el Señor me lo había ordenado». *

10-639-363 “Iglesia”
27,11-31 Procesado ante Pilatos
27,11-14

Jesús fue presentado ante el procurador, que le preguntó: ¿Eres tú el rey de los judíos? Respondió Jesús: Tú lo dices. Pero a las acusaciones hechas por los príncipes de los sacerdotes y los ancianos nada respondía. Le dijo entonces Pilatos: ¿No oyes todo lo que dicen contra ti? Pero Él no respondía a nada, de suerte que el procurador se maravilló sobremanera.

10-604-2 “Jesús Red.”
27,15-18

Era costumbre que el procurador, con ocasión de la fiesta, diese a la muchedumbre la libertad de un preso, el que pidieran. Había entonces un preso famoso llamado Barrabás. Estando, pues, reunidos, les dijo Pilatos: ¿A quién queréis que os suelte: a Barrabás o a Jesús, el llamado Mesías? Pues sabía que por envidia se lo habían entregado.

10-604-2 “Jesús Red.”
27,19-19

Mientras estaba sentado en el tribunal, envió su mujer a decirle: No te metas con ese justo, pues he padecido mucho hoy en sueños por causa de él.

10-604-2 “Jesús Red.”
27,20-23

Pero los príncipes de los sacerdotes y los ancianos persuadieron a la muchedumbre que pidieran a Barrabás e hicieran perecer a Jesús. Tomando la palabra el procurador, les dijo: ¿A quién de los dos queréis que os dé por libre? Ellos respondieron: A Barrabás. Díjoles Pilatos: Entonces, ¿qué queréis que haga con Jesús, el llamado Mesías? Todos dijeron: ¡Crucifíquenle! Dijo el procurador: ¿Y qué mal ha hecho? Ellos gritaron más, diciendo: ¡Crucifíquenle!

10-604-2 “Jesús Red.”

Azotado y condenado

27,24-26

Viendo, pues, Pilatos que nada conseguía, sino que el tumulto crecía cada vez más, tomó agua y se lavó las manos delante de la muchedumbre, diciendo: Yo soy inocente de esta sangre; vosotros veáis. Y todo el pueblo contestó diciendo: Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos. Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de haberle hecho azotar, se lo entregó para que le crucificaran.

10-604-2 “Jesús Red.”

Coronado de espinas y escarnecido

27,27-31

Entonces los soldados del gobernador, tomando a Jesús, lo condujeron al pretorio, y, reuniendo en torno a Él a toda la cohorte, y despojándole de sus vestiduras, le echaron encima una clámide de púrpura, y, tejiendo una corona de espinas, se la pusieron sobre la cabeza, y en la mano una caña; y doblando ante Él la rodilla, se burlaban diciendo: ¡Salve, rey de los judíos! Y escupiéndole, tomaban la caña y le herían con ella en la cabeza. Después de haberse divertido con Él, le quitaron la clámide, le pusieron sus vestidos y le llevaron a crucificar.

10-604-2 “Jesús Red.”
27,32-32 Camino del Calvario
27,32-32

Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, de nombre Simón, al cual le requirieron para que llevase la cruz.

10-608-53 “Jesús Red.”
27,33-44 Crucifixión
27,33-38

Llegando al sitio llamado Gólgota, que quiere decir el lugar de la calavera, le dieron a beber vino mezclado con hiel; mas en cuanto lo gustó, no quiso beberlo. Así que le crucificaron, se dividieron sus vestidos echándolos a suertes, y sentados hacían la guardia allí. Sobre su cabeza pusieron escrita su causa: Éste es Jesús, el Rey de los judíos. Entonces fueron crucificados con Él dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda.

10-609-69 “Jesús Red.”
27,39-44

Los que pasaban le injuriaban, moviendo la cabeza y diciendo: Tú que destruías el templo y lo reedificabas en tres días, sálvate ahora a ti mismo; si eres Hijo de Dios, baja de esa cruz. E igualmente los príncipes de los sacerdotes, con los escribas y ancianos, se burlaban y decían: Salvó a otros y a sí mismo no puede salvarse. Si es el rey de Israel, que baje ahora de la cruz y creeremos en Él. Ha puesto su confianza en Dios; que Él le libre ahora, si es que le quiere, puesto que ha dicho: Soy el Hijo de Dios. Asimismo los bandidos que con Él estaban crucificados le ultrajaban.

10-609-69 “Jesús Red.”
27,45-50 Muerte de Jesús
27,45-50

Desde la hora de sexta se extendieron las tinieblas sobre la tierra hasta la hora de nona. Hacia la hora de nona exclamó Jesús con voz fuerte, diciendo: ¡Elí, Elí, lema sabachtani! Que quiere decir: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? * Algunos de los que allí estaban, oyéndolo, decían: A Elías llama éste. Luego, corriendo, uno de ellos tomó una esponja, la empapó de vinagre, la fijó en una caña y le dio a beber. Otros decían: Deja; veamos si viene Elías a salvarle. Jesús, dando de nuevo un fuerte grito, expiró.

10-609-69 “Jesús Red.”
27,51-56 El duelo por Jesús
27,51-53

La cortina del templo se rasgó de arriba abajo en dos partes, la tierra tembló y se hendieron las rocas; se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que dormían, resucitaron, y saliendo de las sepulturas, después de la resurrección de Él, vinieron a la ciudad santa y se aparecieron a muchos.

10-609-69 “Jesús Red.”
27,54-54

El centurión y los que con él guardaban a Jesús, viendo el terremoto y cuanto había sucedido, temieron sobremanera y se decían: Verdaderamente, éste era Hijo de Dios.

10-609-69 “Jesús Red.”
27,55-56

Había allí mirándole desde lejos, muchas mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirle: entre ellas María Magdalena, Maria la madre de Santiago y José y la madre de los hijos de Zebedeo

10-609- 69 “Jesús Red.”
27,57-58 Cuerpo de Jesús entregado a José de Arimatea
27,57-58

Siendo ya tarde, vino un hombre rico de Arimatea, de nombre José, discípulo de Jesús. Se presentó a Pilatos y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilatos entonces ordenó que le fuese entregado.

10-609-69 “Jesús Red.”
27,59-61 Sepultura de Jesús
27,59-61

José de Arimatea, tomando el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia y lo depositó en su propio sepulcro, del todo nuevo, que había sido excavado en la peña, y corriendo una piedra grande a la puerta del sepulcro, se fue. Estaban allí María Magdalena y la otra María sentadas frente al sepulcro.

10-610-94 “Jesús Red.”
27,62-66 La guardia del sepulcro por los judíos
27,62-65

Al otro día, que era el siguiente a la Parasceve, reunidos los príncipes de los sacerdotes y los fariseos ante Pilatos, le dijeron: Señor, recordamos que ese impostor, vivo aún, dijo: Después de tres días resucitaré. Manda, pues, guardar el sepulcro hasta el día tercero, no sea que vengan sus discípulos, le roben y digan al pueblo: Ha resucitado de entre los muertos. Y será el último engaño peor que el primero. Díjoles Pilatos: Ahí tenéis la guardia; id y guardadlo como vosotros sabéis.


(10-611-104)



(“Jesús Red.”)


27,66-66

Ellos aseguraron el sepulcro sellando la piedra y poniendo centinelas.

(10-617-169) (“Jesús Res.”)
28,1-20 RESURRECCIÓN DE JESUCRISTO 10-617-169 “Jesús Res.”
28,1-1 María Magdalena y la otra María, al sepulcro
28,1-1

Pasado el sábado, ya para amanecer el día primero de la semana, vino María Magdalena con la otra María a ver el sepulcro.

10-619-175 “Jesús Res.”
28,2-8 Aparición del ángel a las mujeres
28,2-4

Y sobrevino un gran terremoto, pues un ángel del Señor bajó del cielo y acercándose removió la piedra del sepulcro y se sentó sobre ella. Era su aspecto como el relámpago, y su vestidura blanca como la nieve. Los guardias temblaron de miedo y se quedaron como muertos.

10-619-175 “Jesús Res.”
28,5-8

El ángel, dirigiéndose a las mujeres, dijo: No temáis vosotras, pues sé que buscáis a Jesús el crucificado. No está aquí; ha resucitado, según lo había dicho. Venid y ved el sitio donde fue puesto. Id luego y decid a sus discípulos que ha resucitado de entre los muertos y que os precede a Galilea; allí le veréis. Es lo que tenía que deciros. Ellas partieron ligeras del sepulcro, llenas de temor y de gran gozo, corriendo a comunicarlo a los discípulos

10-619-175 “Jesús Res.”
28,9-10 Aparición de Jesús a las mujeres
28,9-10

Jesús les salió al encuentro, diciéndoles: Salve. Ellas, acercándose, asieron sus pies y se postraron ante Él. Díjoles entonces Jesús: No temáis; id y decid a mis hermanos que vayan a Galilea y que allí me verán.

10-619-175 “Jesús Res.”
28,11-15 Judíos acordaron dar dinero a los guardias
28,11-13

Mientras iban ellas, algunos de los guardias vinieron a la ciudad y comunicaron a los príncipes de los sacerdotes todo lo sucedido. Reunidos éstos en consejo con los ancianos, tomaron bastante dinero y se lo dieron a los soldados, diciéndoles: Decid que «viniendo los discípulos de noche, le robaron mientras nosotros dormíamos».

(10-619-175)


10-623-196

(“Jesús Res.”)


“Jesús Res.”

28,14-15

Y si llegase la cosa a oídos del gobernador, nosotros le convenceremos para que no os inquieten. Ellos, tomando el dinero, hicieron como se les había dicho. Esta noticia se divulgó entre los judíos hasta el día de hoy.

28,16-17 Aparición del Señor en Galilea, en un monte
28,16-17

Los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado, y, viéndole, se postraron, aunque algunos vacilaron.

10-634-308 “Jesús Res.”
28,18-20 Mandato misionero
28,18-20

Y, acercándose Jesús, les dijo: Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra; id, pues; enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todo cuanto yo os he mandado. Yo estaré con vosotros siempre hasta la consumación del mundo.

10-638-351 “Jesús Res.”

.                                  Citas bíblicas en el Evangelio de San Mateo

 

1,22-23: Is. 7,14.   2,6,6: Miq. 5,2.    2,15-15: Os. 11,1.    2,16,18: Jer. 31,15.    3,1-3: Is. 40,3.    4,3-11: Deut. 8,3;  Sal. 91,11; Deut. 6,16; Deut. 6,13.   4,15: Is. 9,1-2.    5,21-26: Éx. 20,13.     5,27-30: Éx. 20,14.    5,31-32: Deut. 24,1.    5,33-37: Éx. 20,7; Núm. 30,3; Deut. 23,22-23.; Is. 66,1: “El cielo es mi trono y la tierra el escabel de mis pies”.   5,38-42: Éx. 21,24.    5,43-48: Lev. 19,18.     8,16-17:  Is. 53,4.    9,10-13: Os. 6,6.    11,7-10: Mal. 3,1.    12,1-8: Os. 6,6.    12,15-21: Is. 42,1.    13,10-17: Is. 6,9-10.    13,34-35: Sal. 78,2.     14,13-14: Según la Obra valtortiana, cuando Jesús desembarcó, se encontró con mucha gente. Entre ellos, también, había un escriba con el que Jesús habló sobre la reencarnación, purgatorio y sobre la vida eterna. (Cfr. 4-272-288, episodio relatado en el tema “Muerte/Res.”)     15,1-6:  Éx. 20,12; Deut. 5,16; Éx. 21,17; Lev. 20,9.    15,7-9: Is. 29,13.    18,15-17: Deut. 19,15.    19,3-7: Gén. 2,24;  Deut. 24,1.     21,1-6: Zac. 9,9; Is. 62,11.    21,7-11: Sal. 118,25.     21,12-14: Is. 56,7.     21,12-14: Jer. 7,11.     21,15-17: Sal. 8,3.    21,40-46: Sal. 118,22-23.    22,23-30: Deut. 25,5.     22,31-33:  Éx. 3,6.    22,34-40: Deut. 6,5; Lev. 19,18.     22,41-46: Sal. 110,1.    23,37-39: Sal. 118,26.    24,15-20: Dan, 9,27.    26,30-35: Zac. 13,7.    27,7,10:  Jer. 32,6; Zac. 11,12-13.    27,45,50:  Sal. 22,2.

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